Por: Jorge Eliseo Cabrera Caicedo
Recuerdo la profética frase de Álvaro Gómez Hurtado: “Pareciera que la justicia estuviera del lado de los delincuentes”. Podemos decir ahora, luego de la inicua sentencia de la Corte Suprema de Justicia proferida contra Luis Alfredo Ramos Botero, confirmando la sentencia de primera instancia, se confirma una vez más el hecho de que ahora la justicia no pareciera, sino que ESTÁ DEL LADO DE LOS DELINCUENTES.
Es un hecho notorio y público que en las dos instancias los Magistrados les han dado plena credibilidad a unos falsos testimonios, recogidos en las cárceles del país, algunos de ellos condenados por falso testimonio en anteriores ocasiones.
Para la justicia colombiana, el principio universal de la “sana crítica” de los declarantes, ha sido olímpicamente desconocido en este caso. Pareciera que entre más grande sea el prontuario de los declarantes, previamente adiestrados por siniestros personajes, a cambio de beneficios, tuvieren más credibilidad. Yo escuché estupefacto, en una de las audiencias dentro del proceso a Luis Alfredo Ramos, cómo uno de los declarantes reconoció un anterior falso testimonio, dado luego de la visita en la cárcel del Senador Iván Cepeda, quien le hizo toda clase de ofrecimientos al condenado, narrados minuciosamente por él, a cambio de declarar en contra de Álvaro Uribe y de Luis Alfredo Ramos.
El par de Sentencias arbitrarias e injustas, no mancharán la pulcra, brillante y diáfana trayectoria de Luis Alfredo Ramos, como hombre de bien, al servicio público del país con lujo de virtudes y de competencia reconocidas.
Como alcalde exitoso de Medellín, Gobernador de Antioquia de grandes proyecciones, Representante a la Cámara, Senador de la Republica, por sus logros, realizaciones y de un gran prestigio, jamás hubiera necesitado del apoyo electoral de algún grupo armado en sus elecciones. Yo creo firmemente que le están cobrando los grupos ilegales, sus aliados y cómplices, su firmeza de carácter, su honestidad, y frontal lucha contra todos los grupos armados, en el ejercicio de sus cargos.
Los doce años de persecución sufrida, pero llenos de una gran solidaridad nacional, aumenta aún más la admiración y respeto de quienes de verdad conocemos a Luis Alfredo Ramos.
Si queda aún alguna migaja de justicia, la verdad brillará el día de mañana, ante las instancias nacionales e internacionales. “Esto no ha terminado”, como muy bien lo ha dicho Luis Alfredo Ramos. Su fortaleza y estoicismo no tienen limite alguno. Algún día la justicia merecerá volver a llamarse HONORABLE.
ADENDUM
“El pacto de la Picota”, continúa haciendo estragos al interior del pacto histórico y en la opinión pública nacional e internacional. Cada día se le complica más la “toma del poder”. Embarrada tras embarrada.
