Durante el último mes, hemos observado con detenimiento el comportamiento descendente de las cifras, que emite diariamente el Ministerio de Salud, de los casos confirmados y de fallecimientos por Covid en el país, lo cual permite vislumbrar una luz al final del túnel para tener una inmunidad de rebaño en este territorio. Pero mientras persistan las actuales condiciones sanitarias, no podemos relajarnos. No podemos bajar la guardia ante este virus mortal, que además es traicionero. Observemos que otros países del mundo que han logrado superar los indicadores del 70% de la población vacunada, nuevamente han vuelto recaer, por la propagación de las nuevas variantes, que están amenazando seriamente sus sistemas hospitalarios.
Mientras China empieza a presentar una nueva pandemia de este mortal virus, en Colombia, afortunadamente se disminuye esta propagación del Covid. Pekín o también Beijing comenzaron a realizar pruebas masivas a millones de sus residentes como parte de un esquema sin precedentes diseñado para identificar y aplastar la propagación sigilosa de Ómicron antes de que se salga de control en la capital china. La escala del programa no tiene paralelo, incluso cuando China ha mantenido a raya al Covid desde principios de 2020, gracias en gran parte a los esfuerzos de pruebas masivas que detectaron repetidamente pequeñas incursiones del patógeno en el país más poblado del mundo. La llegada de este linaje más infeccioso logró penetrar las defensas de varias ciudades y provocó bloqueos como el de Shanghái, un resultado que las autoridades de la capital de este gigante asiático, esperan evitar.
Por tal motivo, el gobierno nacional, ha determinado que el tapabocas empieza a desaparecer a partir del 1 de mayo del presente año, incluso en los lugares cerrados, como parte de un proceso que, por las bajas cifras de enfermos graves y muertos por covid-19, marca, para algunos, el fin de la crisis sanitaria más importante del siglo. Este se convirtió en una prenda de vestir en todo el planeta, por lo que desprenderse de ella no es, como se cree tarea fácil. Hoy existen argumentos técnicos a favor y en contra de levantar su uso como exigencia.
En otras palabras, cada uno en Colombia debe definir el riesgo que representa o al que se enfrenta, y si lo usa o no, en un marco de responsabilidad social colectiva que en esencia será otro aporte a la anhelada reactivación por la cual transita el país en la antesala de que se venza el último plazo de la emergencia sanitaria. Pero hay que reconocer la gestión gubernamental desarrollada por las instancias nacionales y departamentales como ocurrió en nuestro departamento, donde se fortalecieron los hospitales duplicando las camas UCI y sus equipos médicos, frente a las existentes antes de que iniciara la pandemia.