AL PAN, PAN…
Por: Faiver Eduardo Hoyos
E-Mail: faiverhoyospe@gmail.com
Mientras escribo esta columna de opinión seguramente la violencia ya debe estar arrebatándole la vida a otro colombiano en algún lugar del país, a lo que inmediatamente me cuestiono, ¿Qué está sucediendo en Colombia?
La violencia se ha vuelto sistemática y ha venido escalando entre las diferentes clases sociales, sin distinguir género, edad, color, ni posición social. Parece increíble, pero nos expusieron tanto durante décadas a un conflicto armado que ya estamos acostumbrados a normalizar cualquier hecho por más violento que sea.
Lo que sucedió en Barú en días pasados con el asesinato a sangre fría del Fiscal paraguayo, Marcelo Pecci, quién además adelantaba una lucha férrea contra el crimen organizado en su país, es una tragedia transnacional que una vez más vuelve a enlodar el buen nombre de nuestra nación.
Por un lado, se encuentra la familia del Fiscal, su esposa y él bebé que viene en camino, quienes viven una desgracia por causa de la violencia. Por otro lado, el país de Paraguay pierde un funcionario destacable, un hombre serio en sus actuaciones y difícil de reemplazar, y finalmente quién más sufre las consecuencias de este atroz hecho es Colombia, el cual una vez más vuelve a mostrar ante el mundo que somos un país terriblemente violento por naturaleza.
Hemos perdido totalmente el rumbo de nuestras políticas al punto que la corrupción nos ha sumergido en la violencia, la pobreza y mezquindad. Pasamos de ser noticia mundial por exportar diferentes productos a otros países y fortalecer de esa manera nuestra economía, y en cambio, seguimos cosechando mala fama con episodios oscuros manchados de mucha sangre como fue el caso del asesinato del Presidente de Haití, Jovenel Moise, en donde estuvieron involucrados presuntamente mercenarios con nacionalidad colombiana.
Hay quienes llaman populismo a la idea de prevalecer la vida humana mediante el dialogo por encima de la violencia. No se puede llamar populismo, a una postura que solo busca la Paz, y aunque parezca una utopía, no pierdo la esperanza, algún día Colombia dejará de ser un país violento.
