Por: Carlos Tobar
Estamos a menos de una semana del día en que se elegirá presidente de la república. El próximo domingo 19 de junio se cumple el calendario electoral con la realización de la segunda vuelta para elegir presidente.
En esta ocasión el candidato que obtenga la mayor votación, cualquiera que sea el porcentaje, será elegido presidente. Esas son las normas constitucionales y legales que rigen para este tipo de elección en una república democrática como Colombia.
La campaña ha estado caracterizada por el uso de armas innobles para hacer política. Los contendores no han ahorrado esfuerzo alguno, para enlodar al contrario con el fin de desmeritarlo a los ojos de la opinión pública.
Los ataques personales más ruines y miserables se han usado contra el opositor. La verdad es que en la campaña de Rodolfo Hernández y en la de Gustavo Petro, la propaganda negra ha estado al orden del día. Muchas veces con usos procaces que desdicen de la ética política que debiera regir en una contienda presidencial.
Si en la forma la vulgaridad ha sido una constante, en el contenido de las propuestas dejan muchas inquietudes y preocupaciones. En un país que atraviesa por una situación social de graves desajustes, desde las dos campañas se están haciendo propuestas que, o son imposibles de cumplir o, son abiertamente demagógicas.
La mayoría de los colombianos estamos con los pelos de punta, porque los próximos cuatro años amenazan con ser de gran turbulencia. Los dos candidatos son un salto al vacío y, por sus inconsistencias, pueden llevar al país a una crisis institucional, económica, social y política de proporciones mayúsculas.
Lo cierto es que la incertidumbre es muy grande y, por lo que se ve, el país se va a fracturar en dos grandes bloques que van a hacer invivible la vida de la ciudadanía e ingobernable al país.
En un momento en que la crisis mundial está tomando características peligrosas que, ya están golpeando a los colombianos, situación que exige para afrontarla de la mayor unidad interna, la división que se palpa puede poner a Colombia en gravísimas dificultades.
Parece que, por lo menos en el corto plazo, no tenemos salida. Cualquiera que sea el resultado los cuatro años por venir van a significar un retroceso o, en el mejor de los casos, un estancamiento del progreso social. En esta situación, mi voto será en blanco, porque ninguno de los candidatos representa mis intereses.
