Por: Margarita Suárez Trujillo
Aspiro que el mandatario electo logre hacer realidad todo lo que prometió atropelladamente en las últimas semanas de campaña, después que Rodolfo Hernández se puso por encima suyo en la intención de voto. Funcionó la estrategia de Gustavo Petro, de cambiar la plaza pública por abrazos, besos y frases de amor melcochudas. Las cámaras que lo seguían y lo mostraban muy humano. Aparecía vestido con ropa típica, con botas pantaneras, con ruana y sombrero sobre un caballo, manejando bus, jugando fútbol, pescando desde una lancha, pidiendo empleo, chocholeando a sus perros Tequila y Philipe. También durmió y se sentó a la mesa en hogares humildes y pequeñas fincas. Habló desde cafetales, zonas mineras, cultivos de caña, mercados campesinos, iglesias, cabildos indígenas, platanales, estaciones piscícolas, hospitales, escuelas, fábricas. En los medios prometía de todo… crear el ministerio de la igualdad, disminuirles el costo del SOAT a las motos, pensión para los viejitos, igualdad étnica y de género, salud sin EPS, educación gratis y trabajo para todos los jóvenes, dinero para madres cabeza de hogar, etc. Los medios de comunicación y las redes atiborrados de promesas puntuales. En el Huila le habló al oído a los agricultores, ganaderos, piscicultores, empresarios y profesionales. Sin embargo, en su discurso de proclamación de más de 40 minutos, dejó preocupados a muchos de sus más de 10 millones de contradictores. A pesar de reiterar el compromiso notarial de no expropiar, preocupa su enfoque económico basado en construir una economía alejada del carbón, el petróleo y el gas. Todo indica que no se quieren decir o no se han establecido, los tiempos de la transición energética. El lunes festivo empezó el derrumbe con la dura caída de acciones de las principales firmas petroleras y mineras que operan en Colombia, según anunció El Tiempo. Petro se centra en producción agrícola y anuncia mejor redistribución de los recursos económicos, sin especificar cómo lo hará, lo cual plantea interrogantes. El remate fue pedirle al Fiscal dejar libres a los integrantes de la primera línea procesados por delitos. Francisco Barbosa respondió que eso implica cambiar la ley. “Que se lo pida al Congreso, no al Fiscal”, señaló.