Alberto Linero
Confiar en que podremos construir nuestro futuro desde las decisiones del presente, implica enfocarnos en las cualidades y capacidades que tenemos, y encontrar socios de vida que aporten valor en la cotidianidad; formarnos en todos los espacios existenciales en los que sentimos que nos hace falta desarrollar mejores y mayores virtudes; y salir de nuestra zona de confort para exigir que nuestras aptitudes crezcan y se desarrollen.
Vivimos en el presente y lo tenemos que hacer con conciencia, evitando que los automatismos nos lleven a perder el sentido de la existencia. No podemos dejarnos encarcelar por los recuerdos, permitiendo que nos esclavicen en una realidad que no existe. Hay que evitar que las predicciones que algunos hacen nos llenen de ansiedades y nos impidan trabajar seriamente en lo que sí podemos controlar. Somos dueños de nuestro hoy, y lo tenemos que asumir con actitudes concretas.
Es tiempo de vivir con confianza, esperanza y optimismo. No podemos dejar que el miedo se apodere del corazón y nos haga fracasar en cada una de nuestras acciones cotidianas. Para ello, es importante evidenciar nuestras capacidades, desarrollar nuestras habilidades, enfocarnos en las oportunidades y generar sinergias que nos permitan construir procesos estables y alcanzar los objetivos que buscamos y necesitamos para la vida.
Es tiempo de trabajar disciplinadamente y con constancia en la construcción de nuestros planes. Dependemos de nuestro esfuerzo y lo hacemos desde un estricto compromiso en la búsqueda de la excelencia. No podemos esperar aquello por lo que no hemos trabajado, y hay que hacerlo con la confianza en lo que somos capaces de realizar, en las personas que nos han demostrado ser confiables con sus acciones, en las ideas y valores que nos impulsan; y también creyendo en que nuestra vida tiene un propósito en Dios.
Es tiempo también de afilar nuestro pensamiento y actitud crítica. Dejar de tragar entero y evitar que la ingenuidad nos haga creer que las soluciones son mágicas. El fanatismo siempre es la puerta de entrada al infierno; hacer de los dogmas -en cualquier dimensión de la vida- nuestra manera de estar en el mundo y de relacionarnos con los demás, nos impide crecer y encontrar la riqueza de la diversidad.
Me encanta cuando Víctor Frankl nos recuerda que lo que determina el sentido de la existencia son las decisiones y no las condiciones en las que nos desarrollamos. No somos esclavos de esos contextos. Somos seres pensantes, activos y con capacidad infinita de aprendizaje, por lo cual podemos adaptar cualquier situación a nosotros y sacarle el mejor provecho posible. Cada uno decide la actitud con la que enfrenta la vida. Podrían quitarnos todo, pero no esa posibilidad de elegir cómo vivir.
Confiar en que podremos construir nuestro futuro desde las decisiones del presente, implica enfocarnos en las cualidades y capacidades que tenemos, y encontrar socios de vida que aporten valor en la cotidianidad; formarnos en todos los espacios existenciales en los que sentimos que nos hace falta desarrollar mejores y mayores virtudes; y salir de nuestra zona de confort para exigir que nuestras aptitudes crezcan y se desarrollen. Confiar no es ingenuidad, sino creer que somos capaces de lograr nuestros objetivos individuales y sociales. Espero que cada uno pueda profundizar en esto, hasta el punto de que nuestros pensamientos, nuestras palabras y las maneras de aproximarnos a la realidad, expresen el compromiso vital de ser optimistas ante la vida; que nos formemos y preparemos diariamente para ser más competentes en el trabajo que realizamos, y no dejemos que los cantos de sirena nos hagan abandonar nuestro puerto seguro. Seamos siempre críticos. Espero también que aquellas personas que tienen una práctica espiritual, encuentren en ella una herramienta para generar los mejores contextos de realización. No podemos permitir que la espiritualidad se vuelva un ancla.