Por: Julio Bahamon
Parapeto
Próximos a embarcar al país en el tejemaneje político con miras al debate electoral del año entrante los partidos han preferido comenzar internamente con el tire y afloje para organizar sus listas de candidatos para Senado y para la Cámara de Representantes. Consideran esencial ese tema, pero pienso que el común de la gente se preguntara luego leer la información destacada en la portada de la revista Semana sobre las andanzas que en Venezuela adelantan los cabecillas de las disidencias de las Farc, ¿qué es lo que están haciendo nuestros líderes? Los ciudadanos de a pie, queremos y esperamos que los dirigentes actúen con responsabilidad y prioricen la solución a los problemas del país. Si, desde luego, entendemos que la política es importante, sin lugar a duda, pero más importante aún es el orden interno de la Nación. Semana, nos advierte que el número de disidentes de esa organización narcoguerrillera en armas supera hoy los 8.000 efectivos que equivalen al 50% de los bandoleros que, según el gobierno de Juan Manuel Santos se acogieron al farragoso acuerdo de paz que se firmó en la Habana. Conclusión, si eso es cierto, es decir, si las Farc mantiene 8.000 combatientes en armas, entonces podemos afirmar que le hicieron nuevamente CONEJO AL PAÍS, y la paz fue tirada al tarro de la basura. Con base en la movilización que he visto de migrantes llegados al país vengo, desde hace dos años, advirtiendo en mis artículos sobre el tránsito de grupos de jóvenes venezolanos hacia el interior, en especial, a los departamentos del Caquetá, Cauca, Putumayo, Nariño, al Catatumbo y el sur oriente del Huila, zonas en donde históricamente han operado los grupos insurgentes y ahora lo hacen pandillas encargadas del sucio negocio de producción y tráfico de cocaína y lamentablemente no he visto que las autoridades hayan tomado medidas para seguir sus pasos.. Para nadie es una sorpresa, ni podemos llamarnos a engaño que existe interés en los gobiernos sátrapas de Venezuela, Cuba y Nicaragua en alimentar financiera y militarmente a esos grupos disidentes, los arman y luego nos los envían a subvertir el orden interno de la nación. Hoy se comenta que la perversa intención de los dictadores, en la cercanía, cuenta con el beneplácito de la izquierda criolla liderada por Gustavo Petro quien, sin duda, hará valer los 8 millones de votos contabilizados como suyos en las pasadas elecciones cuando se enfrentó a Iván Duque. No existe otra amenaza distinta a la de Petro. Pues la entelequia que han creado alrededor de Fajardo, o de Robledo es una mera distracción. Por otro lado, El Dr Humberto De La Calle, a mi juicio no cuenta para nada. Ni Juan Fernando Cristo, el de Norte de Santander que vive su propio viacrucis, rumiando el fracaso de la farsa paz. Lo que realmente debe preocuparnos es la información que nos da la revista Semana sobre las intenciones de Iván Márquez, Romaña, el Paisa, Santrich y demás criminales, y reconocerlos como una amenaza cierta contra la paz y el sosiego de Colombia. Para contrarrestar el peligro debemos apoyar la coalición de Centro Derecha que se organizara y exigirle que se comprometa decididamente a derrotarlos. Personalmente les revelo que, luego de haber sido un liberal confeso y practicante, repaso todos los días la historia reciente de mi país y puedo afirmar que, una cosa era Colombia cuando estuvo en manos de los grupos subversivos que la llevaron con su brutalidad al borde de la disolución, y otro muy diferente el país que vivimos en los años de la seguridad democrática impulsada en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Para mí y para millones de colombianos, esta verdad no resiste la más minina discusión.
