Desde que las empresas farmacéuticas anunciaron a la sociedad mundial, la creación de las vacunas para prevenir el Covid-19, se empezó a generar una leve esperanza para disminuir la propagación de esta pandemia que tiene azotado el bienestar general de la humanidad. Desafortunadamente la competencia de los países desarrollados por adquirir las vacunas está generando una competencia desleal para que las naciones pobres tengan dificultades para comprarlas. Su distribución ha sido inequitativa. En el caso colombiano, la ilusión que trajo la presentación de la estrategia de vacunación contra el covid-19 a mediados de diciembre por el gobierno nacional, poco a poco se ha ido transformando en ansiedad.
Hay que destacar el accionar gubernamental del presidente Iván Duque Márquez, con el fin de implementar el Plan Nacional de Vacunación para lograr una inmunidad de rebaño, en medio de la más grande competencia internacional para adquirir este antídoto que conduzca a frenar el avance de esta enfermedad, que ha logrado la muerte de 58.134 personas de acuerdo con el boletín proferido por el Ministerio de Salud el día anterior. Inicialmente llegaron 50.000 dosis de vacunas, que desde ayer empezaron a irradiarse por todo el país.
El gobierno nacional, distribuyó para el Huila, 1.494 vacunas, que empezarán a ser suministradas al personal de la salud el próximo sábado. Así existan críticas, es un buen comienzo, estamos atravesando una coyuntura muy difícil en medio de esta tragedia, donde a nuestro país, le ha tocado una feroz lucha para comprarlas en el contexto internacional, en medio de una competencia irracional desleal. Se espera con la llegada de las nuevas dosis de vacunas en las próximas semanas, lograr que más de 35 millones de colombianos se beneficien de este programa.
Estamos al borde, entonces, de un cambio de paradigma en la lucha contra la pandemia. Por eso tenemos que hablar de cómo el temor, la desinformación y los algoritmos de internet nos pueden jugar una mala pasada. Tal situación no es óbice, para que continuemos acatando estrictamente los protocolos de bioseguridad. Por tal motivo, se requiere pensar en el bienestar de todos los colombianos y no con estridencia y ligereza electoral.
Hay que reiterar que estamos ante un bien sanitario y no, como algunos pretenden, ante un botín político. No sobra instar también a todos aquellos que tienen claro el conocimiento de los beneficios de la vacunación, para que de forma clara fortalezcan las campañas de pedagogía que requiere toda la comunidad, para que la decisión autónoma, voluntaria y libre de vacunarse o no esté soportada en ilustración sólida y no sobre falacias o intereses indebidos. Aquí no se puede fallar.