Por: Gerardo Aldana García
Cadefihuila y Coocentral, dos de las cooperativas de caficultores más grandes de Colombia, nacidas, formadas y desarrolladas en el Huila, viven uno de los momentos económicos más críticos desde su génesis empresarial, todo por cuenta de la famosa estrategia de ventas en los mercados de futuro, herramienta de comercialización ampliamente conocida y utilizada en diferentes áreas de negocios, con una especial preponderancia en las ofertas del sector agropecuario, con la característica de pactar entre las partes el precio a futuro del producto negociado. Un acuerdo de precio que, si bien se precisa en valores reales y en el tiempo, deja en claro tanto para el vendedor como el comprador que, las fluctuaciones, afortunadas o infortunadas derivadas de variables como el precio en el mercado bursátil, el transporte, disponibilidad de insumos, mano de obra o capital financiero de producción, son indiferentes al negocio, a la hora de cumplir el acuerdo formalizado.
Las dos cooperativas huilenses le han apostado a esta alternativa. Por supuesto que no lo han hecho solas, sino secundadas por la Federación Nacional de Cafeteros y el Comité Departamental de Cafeteros y el respaldo del Fondo Nacional del Café, en una articulación con sus puntos de recaudo Almacenar, órgano encargado del acopio del grano para la exportación. El negocio de futuros ha funcionado en muchos momentos. De hecho, para las cooperativas pudo verse como una alternativa de buena rentabilidad; sin embargo, es una inversión que, frente al riesgo que ofrece, cuando se pierde, se pierde duro. Hoy, Cadefihuila y Coocentral, con sus más de 8.000 asociados en conjunto, están obligadas a proveer determinados volúmenes del grano para compradores en el exterior, cuyos precios fueron acordados de manera previa, están muy por debajo del precio que actualmente tiene la carga de café en el mercado interno nacional y que hace que los productores cafeteros opten por vender sus cosechas a multinacionales presentes en cada municipio cafetero. Evidentemente, para que la cooperativa pueda disponer de los volúmenes ya comprometidos con el comprador, debe competir con precio en el mercado local o incluso nacional, lo cual le implica perdidas que, según estimativos del sector, pueden ubicarse entre los 4.000 y 6.000 millones mensuales para cada cooperativa.
El tema es que dentro de las alternativas de corto plazo que ya visualizan las directivas de las cooperativas, amenazadas de quiebra, está el llamado de urgencia a los productores para que las prefieran como su entidad a la cual están asociados, a la hora de vender, es decir que cumplan también sus acuerdos de futuro, suministrando las cantidades negociadas. Del mismo modo, se sabe del llamado que Cadefihuila y Coocentral ya han hecho al gobierno departamental para que les inyecte cerca de 12.000 millones de pesos, recurso que puede funcionar como un salvavidas, siempre que la Federación Nacional de Cafeteros y el Fondo Nacional del Café, hagan lo propio. Si estas dos cooperativas no superan la crisis, no solo tendrán que vender todos sus activos para pagar deudas derivadas de una quiebra altamente probable, sino que arrastrarán graves consecuencias para la economía de caficultores, familias campesinas y la economía regional que, como se sabe, depende altamente de la producción cafetera. No es una mirada catastrófica sin fundamentos; de hecho, la cooperativa Andes en Antioquía, tan poderosa a nivel nacional e internacional, ya vivió el contundente y fatal golpe que el mercado de futuros, la llevó en 2021 a la quiebra.
Seguramente la lección, si se logra superar la crisis, pueda servir para que las cooperativas sean más cautas a la hora de sopesar la seducción de una rentabilidad de futuro, sensiblemente ligada a riesgos tan imprevisibles como los actuales de disparada del precio del dólar, incremento del más del 300% de fertilizantes y crisis de contenderos para el transporte marítimo, entre otros.
