Diego Arango O.
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Lo dice este viejo axioma y cierto que es. Todo criminal que, por dinero, poder, ambición o cualquier otra razón hace del crimen su vida, termina pagando con la misma moneda. La historia así lo registra.
Veamos el caso de personajes tiranos del siglo XX y el actual. Hombres como Hitler, Mussolini terminaron muertos por mano propia y ajusticiado por su pueblo. Es el caso de Sadam Hussein, Gadaffi, Causesçu gobernantes tiranos que murieron de manera trágica y bien estos por citar unos pocos. Es posible que otros criminales como el actual Putin termine pagando de igual manera como lo ha hecho, asesinando a miles de ucranianos inocentes por su ambición de poder. Capos de la Cosa Nosstra italiana y las mafias de Chicago y NYC también han terminado asesinados por los mismos. Es una ley inexorable.
Pero viéndolo en el caso colombiano ha sido algo parecido, bandoleros del siglo pasado como Sangrenegra, Desquite, Efraín Gonzales entre otros más, fueron abatidos por el ejército. Que decir de narcotraficantes y asesinos como Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha, muertos a manos de las autoridades. Otros como Otoniel, Ledher, los Rodríguez Orejuela, Pastor Perafán pudriéndose en una cárcel en Estados Unidos, pasando años encerrados y muriendo seguramente ahí como fue el caso de Noriega el narco dictador panameño.
Pero recientemente podemos ver como otros famosos delincuentes colombianos de las Farc han pagado con su vida los crímenes cometidos. Líderes guerrilleros muertos en combates o asesinados por sus propios cómplices de fechorías: Raúl Reyes, El Negro Acacio, El Mono Jojoy, Domingo Biojó, Alfonso Cano, Guacho, Jesús Santrich, Romaña, El Paisa, Gentil Duarte entre muchos más y ahora al parecer Iván Márquez muerto o gravemente herido. Aparte de miles de guerrilleros, paramilitares como los Castaño y tantos criminales que han traído enormes males a nuestro país. Si le ponemos lógica a este proceder se entiende la inutilidad de sus acciones, nada bueno han traído a nadie y mucho menos a ellos mismos, pues todo se ha centrado en pérdida de tiempo, de moral y de vida. Un desperdicio.
Es reto de este nuevo gobierno, que bien conoce los intríngulis del actuar fuera de la ley, pues el presidente electo hizo parte de los alzados en armas, por lo tanto, proceder con voluntad de paz y eliminación de estos grupos bien sea por vías pacíficas como lo anhela el país, o le tocará hacerlo con mano dura como es el deber ser de las autoridades para la preservación del Estado de Derecho, la Constitución, las leyes y la seguridad ciudadana.
Ningún ciudadano de bien desea la muerte de otros, más aún en Colombia donde la violencia ha marcado el devenir de la sociedad, en el campo, las zonas rurales y últimamente en las ciudades donde el crimen ha crecido de tal manera a causa de la inseguridad, que la tranquilidad ciudadana cada día se pierde más y más. Por eso existe esa ley divina: “El que a hierro mata a hierro muere”.
