Por: Carlos Tobar
En este pandemónium en que se ha convertido el mundo en que vivimos, la crisis de energía es otro de los fenómenos que acechan a los pueblos y países del mundo. No solo a los países en desarrollo, los de bajos y medios ingresos, sino a los países ricos y desarrollados.
Así vemos cómo Europa, cuya matriz energética depende en buena medida del petróleo y el gas de Rusia, está sometida no solo a la escasez del suministro sino a los altísimos precios de esas fuentes de energía vitales para mover sus industrias y calentar sus hogares.
En los Estados Unidos, el mayor productor de petróleo y gas del planeta, los precios de los combustibles en las estaciones de servicio han superado con creces los precios históricos.
En China, el mayor consumidor de combustibles fósiles: carbón, gas, petróleo y sus derivados hay escasez de muchos de ellos y, aunque se ha beneficiado de los precios bajos de la producción rusa, bloqueada por Europa, tiene una situación de inestabilidad por la parálisis de la producción por los cierres forzados por el covid.
En el caso de Colombia que es el que nos duele, la situación no es fácil. Aunque nos autoabastecemos de petróleo y gas y, tenemos una producción importante de carbón los precios internos se pueden disparar fuertemente al alza. La razón es que en la fórmula del precio de los derivados del petróleo, como la gasolina, el barril del crudo se valora a precios internacionales.
Esa situación no se ha reflejado plenamente, porque el Fondo de Estabilización de Precios ha asumido, vía presupuesto nacional parte del ajuste. Pero el desfase actual ya supera los 12 billones de pesos, corrección que tendrá que hacer el próximo gobierno o subiendo el precio de los combustibles al consumidor y, sacando recursos del presupuesto nacional para continuar subsidiando el precio final.
En el caso del gas las limitadas reservas nacionales obligan a seguir buscando este recurso, bajo la amenaza de tener que importarlo con precios que triplican el precio interno actual.
Un factor adicional que debe preocupar a los consumidores es el hecho del incremento de las tarifas de gas y energía eléctrica por el incremento de los costos de los insumos importados que, están impactados por los mayores precios internacionales y la fuerte devaluación del peso frente al dólar. Esa es la razón de la indexación mes a mes de las tarifas que pagamos los ciudadanos.
En resumen, la situación no es fácil y, lo más probable es que estos costos adicionales afecten los menguados bolsillos de las familias colombianas.