Por. José Eliseo Baicué Peña
Este domingo 7 de agosto la historia del país registra un hito: la transición a un gobierno de izquierda.
El pueblo colombiano decidió democráticamente llevar a cabo ese cambio. Un cambio del que se tienen muchas esperanzas y aspiraciones. El colombiano de a pie desea fervientemente que haya un mejoramiento de la calidad de vida y se salga de la crítica situación que se vive. El pueblo quiere un gobierno que genere desarrollo a todo el país.
Los países que, desde el siglo pasado, han invertido en educación, ciencia y tecnología, son los que hoy llevan la delantera en progreso y desarrollo. No es un secreto que los tigres asiáticos desde mediados del siglo anterior destinaron casi el 30 por ciento de su PIB en esta área, y hoy China, Japón, Corea, y otros siguen los pasos de las grandes potencias del mundo.
Esperemos que el nuevo gobierno contemple y apoye, en gran medida, la educación y la ciencia, la cultura, y la preservación del medio ambiente. No es solo discurso, y todos lo sabemos, de la mano de la educación los pueblos logran superar el subdesarrollo y crecer socialmente.
El mundo está emergiendo de una crisis económica de inmensas proporciones que, hasta logró cambiar los modos de vida y las costumbres de todos. Los economistas la han comparado con la gran depresión de los años 30. Todas las naciones está en proceso de recuperación o reactivación de sus economías, y Colombia no se escapa a ello.
Por esto, es urgente y necesario que el nuevo gobierno establezca y ejecute políticas para el desarrollo social, sobre todo, que permitan a millares de colombianos salir de la pobreza y la miseria.
Hay mucha esperanza en que las cosas van a mejorar. Hay muchos deseos en que los cambios serán positivos y benéficos para los colombianos. La gente ya no le interesa si es de izquierda o de derecha, azul o rojo, religioso o no; el pueblo quiere dejar de padecer tantas necesidades, tanta mala situación en salud, en trabajo, en inseguridad, en atraso tecnológico, en participación política.
Por el bien de Colombia, que este cambio en la dirección política sea un bálsamo para que el país se impulse y logre mejor calidad de vida. Colombia lo merece y tiene con qué. Colombia tiene riquezas naturales incalculables y hasta únicas. Que se organice la casa y que vengan mejores tiempos para todos.