Alain Perdomo Herrera
En todas las latitudes encontramos personas que han trabajado arduamente, que llegaron con una misión y nos dejaron legados que hacen parte de nuestra vida cotidiana, desarrollaron grandes descubrimientos en la ciencia que nos facilitan la vida y la hacen más llevadera como es el caso de la medicina o de las comodidades que nos ofrece la tecnología. Los desarrollos de la ciencia han estado enmarcados en situaciones adversas y complejas como son las guerras, que por donde se cruzan no dejan sino una estela de desolación y muerte; sin que de ninguna manera sea una apología a la segunda guerra mundial, es la génesis de muchos males y de muchos avances.
Se hace necesario mencionar este conflicto, porque de no haber aparecido la genialidad de Alan Turing (1912- 1954), otro hubiera sido el resultado; es que la genialidad de este matemático británico comenzó cuando tenía 25 años, al publicar un artículo en el cual explica la capacidad que podía llegar a tener la (máquina de Turing) en la cual se podían realizar operaciones con instrucciones lógicas que son la base del concepto moderno de algoritmo, invento que hoy vemos reflejado en las calculadoras, teléfonos celulares, y robots, a los cuales les podemos dar órdenes, hacer preguntas y hasta entablar una conversación.
En el marco del conflicto mundial (1939-1945) se dio un insospechado marco de aplicación de sus teorías, esto fue cuando se hizo necesario descifrar los mensajes codificados que el ejército alemán utilizaba para impartir instrucciones a sus tropas; Alan Turing fue el diseñador de procesos, como a su vez de las máquinas, capaces de realizar los cálculos más rápidos que la mente humana y ofrecer un resultado más óptimo.
Su trabajo no solo se centró en descifrar códigos, en 1950 publicó un artículo denominado computing machinery and intelligence, en la cual se cuestionaba si las máquinas podían pensar, sin sospechar que sería el primer paso de lo que hoy conocemos sobre la inteligencia artificial, disciplina científica y tecnológica cuyo objetivo se basa en crear procesos en la mente y su conexión con el cuerpo a través de las computadoras, que a su vez dio paso a la metáfora computacional, definido como un concepto utilizado por la psicología cognitiva, la cual sostiene que el cerebro posee un sistema de procesamiento de datos similares a los de una computadora digital.
Todo este conocimiento, trabajo y lucha no le bastaron a Alan Turing para llevar una vida tranquila; la cuna de la cultura europea que se dice gravita en la gran Bretaña lo desconoció hasta más allá de su muerte. Por su orientación homosexual fue juzgado, condenado y como si esto fuera poco debió someterse a la castración química, le prohibieron la entrada a las instalaciones militares de Bletchley Park en donde realizó su trabajo de descifrado de códigos, lo cual lo llevó a una profunda crisis emocional y depresiva, muriendo dos años después de su condena en oscuros episodios que aún no están claros, la mayoría de escritos sobre su biografía indican que se suicidó ingiriendo una cantidad de cianuro en una manzana. (de ahí la inspiración de la marca apple)
Después de los reconocimientos hechos después de su deceso el 7 de junio de 1954, se han levantado esculturas en su honor, la última de ellas es una estatua que se erigirá dentro de su alma máter King’s college, que tendrá una altura de doce pies, diseñada por el artista Anton Gormely, que desde ya ha generado críticas. El cine ha sido gran difusor de todo su legado: ex machina, breaking the code, the imitatión game, código enigma, Bletchley Park que se encuentra en netflix, son algunas producciones del séptimo arte que destacan la vida y obra de este matemático.
Si estamos leyendo esta columna de opinión desde cualquier dispositivo, no olvidemos que en gran parte se debe a la genialidad de Alan Turing.
