Según el reporte mensual de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) la producción de petróleo en junio de 2019 fue de 892,000 BPD (Barriles de petróleo por día), mientras que en el mismo mes del 2020 fue de 729,900 BPD y que según el Ministerio de Minas para junio del presente año fue de 688,000 BPD, es decir, una reducción aproximada del 5% comparada con el año anterior cuando vivíamos todas las restricciones de la pandemia y un 23% menos cuando no había pandemia. Hoy, el estado ha dejado de recibir ganancias netas de 7,8 millones de dólares por día.
Lo anterior que comparado con los precios del petróleo con la referencia Brent para Colombia, deberíamos estar aprovechando el buen momento y produciendo más petróleo (junio 2019 a USD$ 64 BPD, junio 2020 a USD$ 40 BPD y junio 2021 a USD$ 76 promedio). Pero no es así.
¿A caso debemos esperar tener precios altos de petróleo para explorar y perforar? Todo lo contrario, debemos aprovechar las oportunidades que generan las crisis siendo método de reactivación económica para un país para luego recibir las ganancias en épocas como las actuales. Pero no estamos haciendo la tarea.
No podemos estar esperanzados a “corto plazo” en las pruebas pilotos de los pozos de yacimientos no convencionales, porque el nivel de endeudamiento sigue creciendo, llegando al 60,4 % del PIB para este año con más de 30 préstamos a la fecha. Deuda que a para abril del 2021 ya iba en USD$ 128 Billones. (Minhacienda, 2021).
La insistencia en la exploración y explotación de yacimientos convencionales (tradicionales hasta el momento) es importante y crucial para las finanzas del gobierno, con el conocimiento de que son proyectos menos costosos y de menor impacto ambiental como los No Convencionales o mal llamados Fracking.
Son los CEOs de las empresas operadoras quienes deben tomar este liderazgo, atreverse a explorar y explotar en momentos de crisis, tomar este riesgo pero en suelo colombiano, no en el extranjero, porque Colombia tiene todas las garantías técnicas con equipos y personal idóneo al igual que las garantías jurídicas y políticas que se han brindado hasta el momento por parte del estado.
No podemos seguir pensando en proyectos que nos gusten sino en proyectos que nos convienen. Perdamos el miedo.
