Aníbal Charry González
Me refiero, claro, al Congreso, que debe ser renovado con urgencia en esta coyuntura histórica el próximo domingo 13 de marzo, que debe ser el número de la suerte de este desastrado país malgobernado sempiternamente por una clase politiquera que no política, que solo se representa así misma actuando como una organización mafiosa para la defensa de sus torcidos intereses, antes que los del pueblo como lo padecemos reiteradamente, con una votación masiva de la opinión decente no comprometida como cómplice de la corrupción y el clientelismo que sostienen a las pútridas empresas electorales, para limpiar de manera radical la conformación de una corporación que se ha convertido por su inoperancia y corruptelas en una auténtica vergüenza nacional.
Porque de nada servirá que elijamos un presidente progresista y verdaderamente comprometido con la decencia en el ejercicio de la política y el manejo del Estado y la lucha frontal contra la corrupción y la politiquería como se avizora históricamente, sino limpiamos el congreso votando por legisladores dignos y operantes en beneficio de los asociados sin vínculos mafiosos con los partidos tradicionales generados por la cloaca del sistema político electoral madre de todas las lacras que nos agobian, para que se hagan las reformas de fondo que requiere el país y poder salir de este oscuro túnel de violencia, corrupción, miseria, desgobierno y atraso que padecemos.
Y no se trata de inquina gratuita hacia los congresistas que integran la corporación legislativa, sino que es la desgraciada realidad que se ve en sus vitandas actuaciones, para lo cual hago propio apartes de la columna de opinión en El Espectador de Sergio Ocampo Madrid de esta semana que tituló “Desratizar el congreso ya”, describiéndolo certeramente como nido de ratas.
“El congreso está en manos de mercaderes de absoluciones, de endosadores fáciles de lo que mande el Ejecutivo, de calculistas de puestos y comisiones, o sea está constituido mayoritariamente por pillos. Lo grave es que algunas de sus funciones son de las más vitales. Controlar el poder presidencial, investigar generales y altos funcionarios del Estado, descabezar ministros, elegir procurador contralor, defensor. Y en todo eso han logrado hacer unos enroques que solo sirven para volverlos intocables, inimputables’’.
Y yo le agregaría que además de pillos redomados, son farsantes que invocan al pueblo y una vez elegidos legislan en contravía de lo que decide, como ocurrió en la consulta anticorrupción que fue votada por casi 12 millones de ciudadanos que se pasaron por el fundillo, demostrando su desprecio por la ciudadanía y su nula voluntad de auto reforma, que demanda a gritos la limpieza que estamos reclamando en estas cruciales elecciones, votando por listas progresistas que interpreten esa voluntad de cambio real con compromiso de extirpar el establecimiento corrupto y criminal que nos ha regido durante tanto tiempo, como las del Pacto Histórico, por las cuales votaré convencido de la necesidad urgente de cambiar y reformar a fondo un congreso pervertido e inoperante, de la mano de un líder en la Presidencia que lo garantice para beneficio del país.
