Deshojando margaritas
Por Margarita Suárez
Reflexiones sueltas sobre nuestra experiencia cibernética, nos llevan a concluir que el avance tecnológico facilita la vida e incita a gastar. Versiones nuevas de celulares inteligentes, computadores, dispositivos, etc., nos hacen ojitos para que los compremos, mientras los bancos ofrecen con insistencia tarjetas de crédito preaprobadas. No alcanzamos a aprender una aplicación cuando sale otra. El manejo de efectivo y eso de “preguntando se llega a Roma”, están a punto de desaparecer. En muchos aeropuertos internacionales no se utiliza dinero contante y sonante ni para comprar una gaseosa o hacer una llamada, todo es con tarjeta. No es correcto preguntar por nuestro vuelo, para eso están las máquinas de checking y otras hierbas. Estamos rezagados en tecnología respecto a otras regiones del planeta donde se goza de ciberseguridad en compras con dinero plástico. Cuando viajamos al extranjero tenemos la tendencia a pagar en efectivo por desconfianza y porque las transacciones internacionales salen onerosas. Además, nos cobran cuota mensual de manejo, lo cual no ocurre en muchos otros países. Pagar a través del celular se impuso en el mundo, aquí el proceso va lento. Algunos parqueaderos en Bogotá leen la placa y arrojan automáticamente el costo. Sin embargo, la mayoría usa el mecanismo de tiquete para pagar en kiosco. Gran parte de los supermercados a duras penas usan datáfono. Aplicaciones como Nequi y similares, así como los corresponsales bancarios, evitan costos en transferencias, pero permiten montos muy limitados. Las tarjetas de crédito y débito tal como las conocemos, con bandas magnéticas, desaparecerán. Las nuevas tarjetas utilizarán la tecnología biométrica, que combina las huellas dactilares con los chips electrónicos. La tarjeta biométrica usa un procesador encriptado, independiente del procesador de tarjetas con chip de pago, que se utiliza para almacenar la huella digital del usuario dentro de la tarjeta.EnEmiratos Árabes Unidos se encuentra en prueba un método de pago que utiliza la tecnología de reconocimiento facial. Losconsumidores crean una clave digital con una selfie y hacen el vínculo a la tarjeta para garantizar la autenticidad. Ahí sí cabe el dicho: la cara del santo hace el milagro.
