Dos hechos sacuden a Colombia: el aborto recién aprobado por la Corte Constitucional y la guerra de Rusia contra Ucrania. El primero por que enfrenta los intereses del pueblo colombiano entre quienes son afectos a la tesis de licencia para abortar bajo argumento de uso de libertad de decidir por parte de la mujer y aquellos que aferrados al principio de la vida desde la procreación misma entre hombre y mujer, lamentan profundamente el sacrificio de una criatura que a los seis meses, término hasta el cual la Corte autoriza a la mujer para abortar, ya tiene una particularidad como ser humano que vive sus primeras etapas de formación fisiológica y anímica con potencial de conciencia, de esencia divina. En el segundo hecho, el país vivirá el efecto del conflicto entre el enorme león ruso y el valeroso cervatillo ucraniano, en términos de las afectaciones de importaciones que Colombia hace desde los dos países en conflicto, cual es el caso de fertilizantes como la urea que al no ingresar a nuestro país y hacerlo a desbordados precios, afectará notablemente la producción agroalimentaria generando un eventual escenario de desabastecimiento nacional. También la oferta de productos como el hierro que proviene de Ucrania va a representar un revés en el sector de la construcción en nuestro país. Obviamente que otros efectos están ligados al dolor de familiares, amigos y hermanos como humanos, que la invasión de Rusia a Ucrania genera en nuestra comunidad y territorio. El hecho es que tanto uno como otro hecho, son argumentos que la humanidad en su precipitado y desvariado devenir viene impulsando para justificar la generación de barbarie y muerte.
Los defensores del No al aborto argumentan que la medida de la Corte quiebra el propósito de desarrollo y crecimiento humano desde perspectivas de armonía con la madre naturaleza en su más amplia concepción, afecta los principios espirituales que sostienen la fe de los seres humanos en la sana convivencia con todas criaturas y lesiona el propósito del hombre de lograr el conocimiento sobre sí mismo como elemento dinámico dentro del planeta y el multiverso. Desde esta perspectiva se escucha el profundo y sentido rechazo a la reciente determinación de la Corte Constitucional de Colombia, en el sentido de aprobar el aborto en las mujeres cuya gestación se encuentre en el límite de la semana número veinticuatro, evidenciando claramente con ello la apatía de dicha corte por el respeto a la vida de un ser, que en su sexto mes de existencia en el vientre materno, ha ganado el derecho divino de su vida y en quien yacen atributos indefinibles e inimaginables puestos en su indefensa particularidad, legada por la soberanía insoslayable de las fuerzas creadoras del cosmos, dadoras de vida. La argumentación de los No al aborto, que incluye comunidades espiritualistas, pro-vida, filosóficas, ambientalistas, religiosas, etc, consideran que el vientre de la mujer y sus órganos creadores son bendecidos por la madre naturaleza y es solo patrimonio de su excepcional y maravillosa anatomía y belleza interior, traer una nueva vida al mundo y no importa si el ser en gestación tenga un día o tres semanas o seis meses; tal creación es en sí misma una dadiva del creador y no es facultad del hombre atentar contra tal designio.
Piensan lo afectados con la aprobación del aborto que la determinación del más alto tribunal que debe preservar los derechos del pueblo colombiano, dista mucho de tal propósito; en lugar de otorgarle derechos a la mujer, lo que hace es señalarle un camino oscuro en donde ella misma se pierde, cuando luego de ser desposeída de esa parte de su íntimo ser: su bebé, sentirá a posteriori, el trauma de la soledad y la culpa, sobre la cual inexorablemente la vida y el destino se mostrarán aciagos cuando le pase la cuenta de cobro por el infanticidio cometido. Organizaciones internacionales pro-vida tales como Confegnósis ha instado a las mujeres colombianas como a las del mundo entero a no dejarse engañar de los modernos enfoques de libertad al facultarlas para quitarle la vida al ser que vive en su interior. Destaca el organismo internacional que la mujer es un templo en el que oficia dios para crear. Así mismo, motiva a hombres y mujeres a que estudien los magníficos tratados que, sobre el control alternativo de natalidad y aprovechamiento de las energías sexuales de los seres humanos, han propuesto, no solo científicos, sino también filósofos y humanistas en obras como: El Matrimonio Perfecto y El Misterio del Aureo Florecer, disponibles en internet.
