La convocatoria que realizó el gobierno nacional a la Asamblea Nacional Cafetera, con la participación de algunas bases cafeteras del país, dejó un sabor agridulce por la falta de definiciones para subsanar la profunda problemática que presenta este importante sector de la economía nacional. Desafortunadamente el presidente Gustavo Petro Urrego, con su acostumbraba retórica barata, se dedicó a seguir justificando sus desaciertos en la aplicación incoherente de su accionar gubernamental que tiene en ascuas a la sociedad colombiana por sus efectos nefastos a las familias colombianas. No planteó soluciones a la problemática que afrontan los cafeteros en el país. Solo se dedicó a exteriorizar sus sesgos ideológicos y odios al sector de la salud y a profundizar el distanciamiento con la Federación Nacional de Cafeteros. Comportándose como un reyezuelo y dueño absoluto de la verdad, justificó la mala intencionalidad de transformar y terminar el manejo del Fondo Nacional del Café que desde hace 100 años lo administra la Federación Nacional de Cafeteros.
Algo absurdo. Cada vez demuestra su ignorancia en el manejo de la cosa pública. Este gremio es de carácter privado. Los recursos provienen de la venta del café. Como lo expresamos en el editorial del miércoles anterior, el contrato de administración para que la FNC maneje el Fondo Nacional del Café, fue creado como cuenta especial, el 22 de noviembre de 1940 mediante el Decreto 2078, y su manejo y administración se formalizó mediante un contrato suscrito con el Gobierno en diciembre de ese mismo año. En el 2016 en el gobierno de Juan Manuel Santos se firmó un nuevo contrato entre el Gobierno y la Federación para que ésta lo siga administrando hasta el 2026. Cada 10 años se hace el mismo proceso. Este fondo es una cuenta parafiscal que se nutre de la contribución cafetera pagada por cada libra de café exportado y por la que la Federación recibe cada año, entre 90 y 100 millones de dólares. El gobierno nacional, debe replantear esta iniciativa.
Y como si fuera poco, los recursos del fondo son de los cafeteros, que se han invertido para que en los territorios donde se cultiva el grano, se han construido instituciones educativas, carreteras, pavimentaciones de vías, acueductos y demás obras de infraestructura que han contribuido al mejoramiento del bienestar general de las familias cafeteras. Por este motivo, hay necesidad de defender el Fondo Nacional del Café de la voracidad gubernamental que está generando una total incertidumbre en la economía colombiana. Igualmente debemos respetar la autonomía que tienen los Comités Departamentales de Cafeteros, que son los que eligen democráticamente al presidente de la Federación Nacional de Cafeteros. Desde esta tribuna de opinión, queremos destacar la excelente gestión que ha venido desarrollando el huilense Germán Alberto Bahamón Jaramillo, en beneficio de toda la caficultura colombiana. Las bases lo respaldaron totalmente.
