Diario del Huila

Actuar bien, un asunto de salud pública

Ene 15, 2024

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Por: Gerardo Aldana García

La ley inmutable de causa y efecto rige de forma inexorable el destino de los hombres y mujeres. El buen ejemplo del padre estimula sensiblemente la edificación de un buen hijo, y por este medio, la posibilidad de lograr una mejor sociedad, con equidad, respeto, tolerancia y desarrollo, se hace más plausible. Contrario sensu, las actuaciones que desde la familia se suscitan en donde priman el sentido de la avaricia, el enriquecimiento fácil, el irrespeto a la mujer, el alcoholismo y las drogas, adulterios, las conductas delictivas asociadas a corrupción, asalto, asesinato, etc,  afectan el alma de las comunidades, necrosando las buenas y sanas costumbres que a la postre han llevado a que la sociedad esté enferma. En el ambiente de la administración pública, por ejemplo, es común escuchar en ordenadores de gasto que, si vas a robar, debes robar mucho para que luego pagues un abogado que te defienda y te quede una suma importante para ti. En otros casos, el funcionario corrupto, obnubilado por la coima que aligera el trámite o bendice un contrato, llora luego la desgracia de perder no solo su empleo, si no su libertad y prestigio, su nombre.

La historia clínica de muchas sociedades en el planeta muestra patrones de infelicidad; no obstante, el alto nivel de ingresos económicos que puedan tener los hogares. Es común ver hombres muy ricos que derivan en abuso de menores, otros se suicidan presa de insuperables depresiones. Jóvenes hijos de campesinos, desplazados por la violencia, que probaron las drogas en las ciudades, se pierden en el drama su propia toxicidad y agregan la miseria del sicariato al que algunos se dedican. Pero la juventud moderna en busca de nuevas vivencias se encuentra terriblemente presa de la superficialidad y rapidez de la comunicación en redes sociales, padeciendo una adicción que incluso le cercena la capacidad de interactuar verbalmente con sus más queridos seres. El mundo registra casos de pedofilia en sacerdotes, artistas, científicos, presidentes de naciones, etc. Y con el paso del tiempo, la soledad va llegando a la vida del individuo. La sociedad de hoy está enferma.

Pero no todo está perdido. Cuando el médico dice al enfermo que solo hay un camino para que sane: cambiar las costumbres que generan los daños a su fisiología, entonces la persona se hace consciente, lo cual es el primer camino para el cambio. Es igual con la sociedad; si cada individuo desde su propio modus vivendi analiza la rutina de su conducta y advierte que tal o cual proceder es la causa de su malestar, entonces estará a un paso de iniciar la transformación. Lo más duro de la enfermedad general de la sociedad, es justamente desconocer que está enferma, lo cual ocurre cuando considera que todo es válido en la existencia con tal de estar supuestamente bien, no importa si arrasa con los derechos de los demás, qué importa si los jóvenes se mueren por la droga que se produce y comercializa, etc. Desde el punto de vista de una reflexión espiritual, podría decirse que la humanidad de hoy va directo al infierno de la infelicidad, y va riendo, sin imaginar lo que le espera al final de aquel túnel que, lejos de verse oscuro, está lleno de entretenimientos, fascinaciones que generan focos virtuales para desviar al ciego caminante quien finalmente llega al fondo inesperado, un mundo de desolación.

Por eso haría mucho bien que las instituciones de hoy, especialmente desde los ámbitos de la cultura y la educación,  se interesaran en profundizar en lo que filosofías de oriente y también de occidente llaman, la sabiduría del ser. Se trata de formas de pensamiento que permiten experimentar la vida de forma consciente, sin el afán del tener y en cambio sí, la dicha de lo simple; al decir de Cabrales, es tan sencillo, solo se trata de vivir.

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