Luis Humberto Tovar Trujillo
Voy a invocar las palabras de Churchill para poder soportar semejante despropósito; “Quien se humilla para conseguir la paz, se queda sin la paz y con la guerra”.
Los procesos de paz en Colombia suelen estar iluminados por los delincuentes de todos los pelambres, menos por gobernantes que tengan como propósito decidido de acuerdo con las normas constitucionales, la defensa del interés público, del interés general.
Utilizan esos procesos desconociendo recomendaciones de ilustres estadistas, que con su experiencia de vida, y su sabiduría, han entendido que la paz solo se consigue respetando la ley, y sometiéndolos.
Pero agreguemos un ingrediente adicional; hoy se hace memoria de San Antonio de Padua, uno de los santos mas queridos dentro de las tradiciones católicas en el mundo, y señala en uno de sus pensamientos, que “la paz es inseparable de la justicia y la solidaridad”, es decir, el amor al prójimo, que es el amor de Dios.
Bonita expresión, para consolidar el pensamiento de Churchill, en momentos cada día mas aciagos para nuestra nación, producto de la gobernanza de la delincuencia, porque le han entregado la dirección de la Nacion, a cambio de intereses menores como, utilizar esos procesos para volverlos un lavadero del dinero ilícito con su participación; una forma de enriquecerse indebidamente a cambio de la miseria del pueblo.
Los ciudadanos del común, que sobrevivían de la posibilidad de, conseguir el sustento de su familia, con dificultades pero honestamente, han sido llevados a vivir entre la oscuridad, entre la mendicidad, por atender, y satisfacer los intereses de un narcoestado.
A eso nos han llevado nuestros dirigentes, por “humillarse” para conseguir la paz, a cambio de mantenernos en guerra, para conseguir la riqueza mal habida que solo se consigue en la ilicitud, en el delito, en los lavaderos de dinero, en que han convertido los procesos leoninos de paz, para humillar a las instituciones y de paso a nuestra sociedad.
Hicieron de la paz, y su deformación la estrategia del descaro para humillar a la sociedad a cambio de su enriquecimiento personal; la paz es hoy otro lavadero del dinero ilícito del narcotráfico; la paz es narcotráfico y delito; humillarse en palabras de Churchill, es someternos a la esclavitud del delito.
Hoy vivimos las consecuencias, por haber patrocinado a la clase política tradicional, por haber permitido que se conciliara con el delito; hoy los amigos del gobierno ante los comentarios por habernos llevado a este martirologio, responden sin desparpajo “ellos fueron peores”.
Y lo mas grave de todo estos, es que hoy en la antesala de unas elecciones, el cinismo de la clase política tradicional, cunde atal punto, que los mismos que nos llevaron a este estado de cosas, siguen liderándolas, sin actos de contrición, pero con la ambición de vulgarizar aún más, su riqueza, ese lodo de cosas; la corrupción. Una desgracia.
