En los nuevos paradigmas culturales que se esgrimen y argumentan hoy, está la adopción de los animales. ¡Cuidado, las mascotas son sagradas! Matar y asesinar a un bebé en el seno materno es un derecho de la madre. ¡Qué horror! -Es rara la especie animal que mate a sus polluelos o críos-; en cambio el ser humano tiene “derecho” a matar la vida humana en la etapa intrauterina. Ahora, las mascotas no se compran, se adoptan, -yo había entendido que se adoptaban solo a los hijos y que los animales se compran-. ¡Cómo han cambiado los paradigmas culturales! Nadie dice nada, todos lo aprueban como borregos, -la verdad está en el que más grita-. Yo les ruego a los grandes defensores de animales que frente a tantas palomas que invaden, sobre todo las iglesias, -es que las palomas son muy devotas-, puedan adoptar unas cuantas, nos harían mucho bien, -¡ah, es que son tan lindas las palomas!-. No se imaginan las enfermedades que trasmiten esas aves con sus heces extendidas por cornisas, aleros, rincones, tejados, terrazas, ojivas, etc. Qué bonito alimentar estas aves en parques y jardines públicos y verlas alrededor de sus alimentadores. Pregunto, ¿por qué esos alimentadores no se las llevan para sus casas y las cuidan mejor? Ya que las admiran, admírenlas en su propio jardín. Espero que los autollamados defensores de animales no me insulten a través de las redes, llevándome a la picota de sus críticas, calumniándome como enemigo de los animales. Por favor, soy cristiano: los animales son parte de la creación y la creación es obra de Dios; todo lo que Dios creó es bueno. Obvio, maltratar a los animales es un abuso, para decir lo menos, del hombre al incumplir la misión que el Creador le dio de administrar a la creación. Debe haber un sano equilibrio en la hermosa obra de la creación. Para la antropología cristiana, el hombre es el centro y el culmen de la creación: todo lo que atente contra el hombre, afecta a toda la creación. Es claro que un desarrollo que no sea sostenible va en contra del mismo hombre. Contaminar los ríos, las aguas, la tierra es un crimen contra la obra de Dios, la creación. El hombre debe cuidar, acrecentar la hermosa obra del Creador. Para nosotros los cristianos, la creación no es objeto de adoración, no somos panteístas; no hay sino un solo Dios y sólo a Él adoramos; la creación es obra de Dios, no es dios. No adoramos los bosques, pero sí los protegemos; no adoramos las aguas, pero sí las cuidamos y no las contaminamos. Por favor, distingamos: amamos la creación, no la adoramos. En este aspecto cultural, creo que ha habido una involución, hemos vuelto a formas paganas de adorar ríos, lagos, montañas, etc. ¡Cuidado! El centro de la creación es el ser humano y, por ende, el ser humano, cuida y protege la creación, al servicio del mismo hombre. Es verdad, como vamos, llegaremos a la destrucción del planeta y consecuentemente, a la destrucción de la especie humana. Para nosotros, eso es claro. No vayamos tan lejos: ¡cómo hemos contaminado el río del Oro!
