Diariamente la sociedad colombiana es testigo del aumento de las protestas sociales que se han venido presentando en algunas regiones del país, por el accionar gubernamental incoherente en la formulación de políticas públicas que desdibujan la imagen positiva del presidente Gustavo Petro Urrego, que tenía el pasado 7 de agosto cuando se posesionó como primer mandatario de los colombianos. Desafortunadamente la improvisación y la falta de definición de un norte para mejorar las condiciones de vida de las familias colombianas han venido dando al traste ese optimismo que se percibía inicialmente. Como si fuera poco, hoy se va a desarrollar un paro nacional de taxistas en 22 ciudades del país, para exigirle el cumplimiento de las promesas que fueron planteadas durante el proceso electoral y que contribuyeron a llevarlo a la Casa de Nariño.
Pero la decepción ha sido mayúscula. Todo ha sido, falsas expectativas que han generado un descontento de todos los propietarios de estos vehículos de servicio público. Una de las exigencias es la eliminación del mototaxismo. Lo cual es un posible mientras se mantenga este modelo económico que va en detrimento progresivo del bienestar de las familias colombianas, que en su mayoría no encuentran un medio de sustento permanente para satisfacer sus necesidades básicas. El transporte informal se considera una actividad económica ejercida por personas que no encuentran una oportunidad de empleo que les permite satisfacer su supervivencia para el sustento diario de su núcleo familiar. A pesar de que las medidas aplicadas para controlar el mototaxismo en las ciudades, han sido infructuosas e inoperantes, porque cada vez es mayor el número de esta clase de velocípedos y de vehículos que prestan esta clase de servicios, que en muchas ocasiones someten a riesgos innecesarios a las personas que transportan. Este transporte ilegal les está provocando una competencia desleal, afectando en parte sus ingresos percibidos.
Igualmente piden un diferencial en el precio de los combustibles. Lo cual es imposible de cumplir, mientras se mantenga este estilo alcabalero del gobierno nacional, de seguir aumentando el precio de este insumo para el sector automotor del país, de manera progresiva y mensual hasta terminar el mandato del presente cuatrienio. Esta política está generando un alto descontento popular. De acuerdo con las tendencias, el valor de la gasolina puede llegar a los 20 mil pesos el galón. Alistémonos a pagar la gasolina más cara de los países latinoamericanos. Igualmente, los repuestos de los taxis son importados y con ese precio del dólar que posiblemente superará los 5000 pesos, producto del efecto balcón, que fue ampliamente explicado en el editorial del lunes anterior, se infiere que los costos de operación de estos vehículos van a ser superior. Necesariamente afectará a este importante sector de la economía colombiana.
