Aníbal Charry González
En términos del ajedrez, la pieza del alfil es la representación del asesor de guerra o espiritual que ayudaba a la realeza, que tiene un valor relativo que supera en tres puntos y medio el valor del peón, es decir es un peón calificado y con mayor poder en el juego ciencia con el fin de aplicar tácticas tanto de ataque como de defensa. Pues bien: teniendo en cuenta los sistemáticos ataques del fiscal politiquero Barbosa al gobierno del presidente Petro al cual me referí en pasada columna, el último afirmando en forma infame que estaba chuzando ilegalmente como en nefastas épocas a la oposición y a la justicia, podemos afirmar sin rodeos que el autodenominado mejor fiscal de la historia, es hoy el alfil o peón calificado perverso al servicio del régimen de violencia y corrupción que representa por designación de sus cabezas visibles, para convertir en escándalo todo aquello que deslegitime el actual gobierno.
Y es que no otra cosa se puede concluir cuando después de una investigación relámpago en el caso Sarabia, de las que no acostumbra a hacer la Fiscalía en casos verdaderamente graves de corrupción y asesinatos, el fiscal Barbosa adicto a los medios para comunicar sus barbosadas, ha salido grotescamente haciendo espectáculo malsano, a afirmar que habían regresado las chuzadas oficiales porque se había interceptado telefónicamente a dos domésticas por la comisión de un robo a su jefe de gabinete, comparándola con perfidia con las chuzadas del gobierno de Uribe a la oposición y a la justicia -a quien defiende indebidamente con diligencia de sus imputaciones penales-, con el fin de socavarlas y deslegitimarlas en forma canalla por su accionar contra la criminal narcoparapolitica.
Por eso con razón se han pronunciado algunos congresistas del Pacto Histórico pidiendo al lenguaraz fiscal que no mezcle peras con manzanas comparando lo incomparable para tratar de meter en el mismo costal podrido las chuzadas a la Corte Suprema que tanto daño le hicieron a la justicia y que muchos aplaudieron especialmente en el Huila, con las supuestas chuzadas a dos empleadas que no fueron autorizadas por el actual gobierno, como sí se hizo en el de Uribe, fungiendo como mandadero de la oposición de sus mentores, que ahora lo elevan mediáticamente a la condición de héroe como uno de los funcionarios públicos mejor calificados, según lo muestra una parcializada encuesta de Invamer, demostrando que está haciendo bien la pérfida tarea que no corresponde a sus funciones.
Y claro que no se trata de una defensa de los chuzadores, que tienen que ser identificados y sancionados severamente, porque en una democracia que se respete no pueden tolerarse estas prácticas que no deben recaer sobre ninguna persona, porque como bien lo ha dicho el presidente Petro “cualquier chuzada ilegal se trate de un funcionario encumbrado o del ser más débil económicamente son violaciones de los derechos humanos”, sino para que queden en sus justas proporciones las afirmaciones bellacas que ha hecho el fiscal alfil del régimen de violencia y corrupción.