La sala dispuesta por el Gobernador Villalba para todo el equipo de funcionarios al servicio de la Gobernación del Huila era testigo, hace apenas una semana, del predicado del máximo ejecutivo público de la región, quién, lleno de una mesurada y convincente carga técnica y entusiasmo, persuadía a sus colaboradores y subalternos que la consigna de: Somos Huilenses, Somos Grandes, es posible. De entrada, citó la importancia de aprender a conversar para mejorar la comunicación y mediante esta, generar confianza en las relaciones interpersonales y del gobierno con la comunidad en general. Villalba destacó la recomendación del escritor y consultor Carlos Julio Lemoine, quien desde su más reciente obra: El Arte de Conversar, revela tres claves que influyen notablemente en el propósito de lograr la mejor comunicación: 1. Hablar con el misterio de la vida, 2. Hablar con uno mismo y cumplirse a sí mismo, y 3. Hablar con los demás; eso sí, tales diálogos deben hacerse siempre con la verdad, conservando la integridad, lo que es inexorable para generar confianza. Destacó el Gobernador que, observar estos principios aproxima al hombre a saber entender el misterio de la vida.
La magistral introducción del gobernador estuvo marcada por la reiteración serena de reconocer que todos debemos ser un equipo; y parafraseó su primer gobierno entre 2003 y 2007, al que hace veinte años llamó: Huila Unido. El tema es que el mandatario de hoy, tan maduro y con una mayor y generosa experiencia obtenida durante las dos últimas décadas, se enfrenta entonces al compromiso de cumplir lo que ha dejado en su Programa de Gobierno y luego en el Plan de Desarrollo en el que ya trabaja. Si no cumple, él mismo lo señala, debe decirlo, reconocerlo y asumir las consecuencias, todo en un escenario en donde es fundamental limpiar la relación con los gobernados, con el Huila del que es hijo y forjador. Me gustó mucho cuando, a propósito de la confianza, destacó que, el comercio dura siempre que haya confianza, y que las parejas pueden durar mucho más por la confianza, que por el mismo amor. La confianza son los ladrillos que construyen progreso, dijo.
Pero uno de los escenarios que destaca Villalba como de alta prioridad en su gobierno, es la seguridad; sin duda, un matiz de la vida nacional clara y evidentemente lesionado en el nivel de confianza de los ciudadanos, en gran parte derivado del enfoque del Presidente Petro que mantiene a las fuerzas militares inactivas, tristemente pasivas, frustradamente impotentes con arsenal, experiencia y estrategia disponibles en brigadas y batallones, mientras ven cómo el crimen y la anarquía azotan a los colombianos. Y aquí el primer reto del gobernador de los opitas: seguridad regional para un buen gobierno, la cual será posible siempre que las fuerzas armadas y de policía del territorio, se unan a tan pertinente causa, pero que, por más que así lo quieran, deben hacer caso a la política nacional de seguridad y orden público. Primer riesgo de no cumplir con lo ofrecido, al que se enfrenta el mandatario regional.
También destacó el gobernador la necesidad inaplazable de hacer valer las ventajas comparativas del Huila, mencionando con vigor, el posicionamiento del Festival Folclórico Nacional del Bambuco, y resaltaba que certámenes como el Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar; es sin duda, una colosal empresa generadora de dinámicas económicas y apropiación social de la identidad cultural a nivel de la región, que trasciende a la vida nacional e internacional. Aquí un importante reto para el gobernante, que recibe el beneplácito de los creadores y gestores culturales. Pero a la vez, viene el segundo riesgo de no poder cumplirlo, siempre que no se estudie con juicio y experticia, la esencia de lo que, durante las primeras cuatro décadas, le dieron al Festival Folclórico, el carácter de ser una auténtica cita con la identidad cultural nacional: la preservación, rescate, conservación y desarrollo de los matices más vernáculos que marcan la cultura del ser huilense, y por supuesto, la capacidad de persuadir estratégicamente a las nuevas generaciones sobre el valor de la tradición cultural del pueblo, en procura de que los sanjuaneros, rajaleñas, bambucos, pasillos o chirimías, así como las artesanías, la literatura, las artes visuales, la gastronomía y las formas de celebrar tales expresiones, les suenen a los jóvenes de hoy; a ellos, los papás de las generaciones futuras. Mientras exista la concepción de que el espectáculo de orquestas y shows de artistas renombrados, son la esencia o el principal motivo de venir a sampedriar en el Huila, entonces los huilenses seguiremos viendo los cuidados intensivos en que están nuestras fiestas, sintiendo el respirar forzado de rajaleñeros y taitapuros que buscan un poco de oxígeno en la danza de millones de pesos que lanzan al viento el volumen estridente de grandes orquestas, atolondrando a los jóvenes que solo bailan merengue, reguetón, perreo o bachata, mientras que del sanjuanero apenas tienen alguna leve noción cuando, en mayo y junio, las emisoras lo ponen a sonar.