Por: Álvaro Hernando Cardona González
A finales de los 70 e inicios de los 80 se dejaron de usar las bolsas de papel y se empezaron a usar las de plástico. Se dijo que así se salvarían miles de árboles que ya no terminarían convertidos en bolsas de papel. Ya en la década de los 50 se empezaron a usar las botellas de plástico volviéndose mucho más popular en la década los 80, remplazando las de vidrio. Se dijo que para fabricar vidrio se usaba demasiada energía y que eso traía otras conseciuncias ambientales.
Hoy, los mismos que nos hicieron pasar del papel al plástico y al vidrio, critican el uso del plástico y quieren hacer a los demás culpables de la contaminación causadas por dichas promociones. Por esto es tan importante calmar y racionalizar los debates. Exigimos escucharnos, pero no escuchamos. Acaba de pasar con la reforma pensional, soluciona en gran parte el delicado problema de quienes envejecieron y no tienen pensiones porque no cotizaron, pero agravaron el problema al negarse ampliar precisamente la base de la pirámide, el número de personas que no ahorran o cotizan para pensión. De hecho, el cubrir a viejos no pensionados, no en la coyuntura (en lo que lógicamente estamos de acuerdo) sino permanentemente, aumentará el déficit fiscal y traerá más impuestos y más desigualdad. Y está pasando con la adopción de sistemas de generación eléctrica “menos” dañinos.
Hemos repetido mucho: toda actividad humana genera un impacto ambiental. Inevitable la huella que causa el hombre en el planeta. Existe un desbalance por el crecimiento exponencial de la población, entre consumo y renovabilidad natural.
Por tanto, hay que trabajar sin descanso en sincerar los problemas, sincerar las soluciones, y tener valor, mucho valor, para adelantar las acciones que toca. A eso debe contribuir rechazar tajantemente el radicalismo y activismo, y permitir que el trabajo concertado entre ciencia y tecnología con la sociedad, determinen lo mejor para garantizar la vida y salud planetarias.
¿Qué? ¿Acaso no es primero el ser humano, según el Estado Social de Derecho que la Constitución Política consagró? Por razones como estas y tantas más ya harto expuestas, es que los esfuerzos en el sereno debate ambiental deben ser por identificar aquellos impactos mayores, y cómo darles un manejo adecuado y eficaz para garantizar la renovabilidad. El ambientalismo auténtico debe estar alejado de toda ideología y con mayores veras del debate proselitista. Es enorme el daño que se hace tomar decisiones ambientales “pensando en los votos”, pues impiden apreciar, valorar y accionar como se necesita realmente para conservar, recuperar y mejorar el ambiente natural. Cuando se hacen balances sobre los roles y los resultados institucionales, es muy usual encontrar cuánto han afectado al medio y los recursos naturales estas visiones.
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