Álvaro Hernando Cardona González
Hemos estado de celebraciones ambientales importantes en el 2022. Este año estamos celebrando, desde el pasado 5 de junio, los 50 años de la Primera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas por el Medio Humano, mejor conocida como la Conferencia de Estocolmo. Evento del cual resultó, la Declaración de Estocolmo que originó el derecho Medioambiental Internacional y Colombiano con la expedición en el año 1974, pero motivado por aquello, del aún vigente Código Nacional de los Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente.
Per también el pasado 10 de marzo celebramos el Primer Aniversario de los Arrecifes Mesoamericanos y esta misma semana, el pasado 8 de junio, el Día Mundial de los Océanos.
Hablemos de estos últimos. Las áreas marinas situadas fuera de la jurisdicción nacional son aquellas zonas del océano en las que todas las naciones comparten la responsabilidad de su conservación y gestión, actuando colectivamente como guardianes de la salud del océano para las generaciones actuales y futuras. Estas constituyen aproximadamente el 50% de la superficie del planeta y comprenden alrededor del 64% de la superficie del océano.
Es que los océanos son importantes por donde los miremos: producen al menos el 50% del oxígeno del planeta, albergan la mayor parte de la biodiversidad de la tierra y son la principal fuente de proteínas para más de mil millones de personas en el planeta. Además, son claves para la economía mundial, ya que se estima que, para 2030, habrá 40 millones de trabajadores de todos los sectores relacionados con los océanos.
Por todo lo anterior, consultamos al profesor de Derecho Ambiental en la Universidad Externado de Colombia, Roberto Enrique Lastra Mier, quien nos recuerda que la Convención de las Naciones Unidas para el Derecho del Mar, fue fruto del acuerdo de más de 168 países, “cuyo principal objetivo ha estado encaminado a establecer las reglas de juego para la definición de espacios marítimos y aprovechamiento de recursos naturales en los mares y océanos del planeta. Este acuerdo entró en vigencia en 1994. Colombia a pesar de haber participado activamente en las negociaciones de los diferentes tratados sobre el tema, desde las convenciones de Ginebra de 1958, finalmente firmó, pero nunca ratificó dicho convenio”. Es que los Convenios de Ginebra de 1958 tratan sobre los recursos naturales en alta mar, sobre los territorios zona de mar y contiguo, sobre la plataforma continental, sobre pesca y sobre la conservación de los recursos vivos del mar.
Para Roberto Lastra, hoy el más renombrado experto colombiano en estas materias, “resultan evidentes los peligros que acechan a nuestros océanos por la acción antrópica, y que por ende definirán el devenir de la vida en nuestro planeta tal como lo conocemos”.
