La sociedad colombiana tiene ingratos recuerdos por la masacre a mansalva de siete integrantes de la fuerza pública, cometido por las disidencias de la Farc a una patrulla de la policía que fue emboscada en el sector de la vereda Corozal en la trocha que conduce al corregimiento de San Luis de esta ciudad. Hace un año fueron masacrados estos uniformados de la fuerza pública y herido el patrullero Gustavo Alberto Esquivel Rojas, que escapó y sobrevivió al atentado, permaneciendo escondido entre el monte hasta que fue rescatado por los demás integrantes de la institución horas después. Este fenómeno ha venido sucediendo de manera reiterada en algunas regiones del país, por la laxitud que ha tenido el gobierno nacional con las organizaciones terroristas que se encuentran operando en más de 20 departamentos.
Son innegables los casos de asesinatos en algunas zonas del territorio colombiano, contra lideres sociales, familias e integrantes de las Fuerzas militares. Estos hechos atroces desbordan la capacidad de respuesta de estas autoridades para prevenirlos. Mientras exista el combustible del narcotráfico y la minería ilegal, podemos inferir que se seguirán presentando este tipo de acciones delincuenciales. Pero lo triste es que el mismo presidente Gustavo Petro, se desplazó al día siguiente a esta zona, con su gabinete para estructurar estrategias que conduzcan a contrarrestar estos episodios violentos, dentro de la intencionada política pública de la Paz Total que hasta el momento ha sido un fracaso total. Todavía resuenan en nuestras mentes, las palabras del primer mandatario de los colombianos quien a través de su retórica barata a que nos tiene acostumbrados prometieron esta vida y mejorar las condiciones de la calidad de vida de los campesinos de esta zona occidental del municipio de Neiva.
Cumplido el primer aniversario, lo residentes de esta zona rural de la capital del departamento, todavía esperan el inicio de la vía, que iba a ser contratada por el gobierno nacional con las juntas de acción comunal de la región. A la fecha no han construido un metro de pavimento. Igualmente, que se iban a invertir cuantiosos dineros para mejorar la infraestructura educativa y de salud en esta comarca, y todavía no han llegado los recursos prometidos. Pura retórica barata. Igualmente, esta situación se está repitiendo en otras regiones del país. Como resultado de los incumplimientos, tenemos los taponamientos de vías, protestas sociales, aumento de la inseguridad ciudadana, aumento del boleteo y las vacunas, que se han convertido en el pan de cada día en esta región occidental del departamento del Huila. Los huilenses esperamos que el gobierno nacional, se apropie verdaderamente de las soluciones para sacar adelante el desarrollo de la región. Todavía quedan menos de tres años, para que se cumplan dichas promesas. El Huila, merece un mejor tratamiento del Estado colombiano.