Álvaro Hernando Cardona González
Nos agrada mucho dedicar una reflexión especial sobre el nuevo año que inicia. Por supuesto no deseamos dejar de hacerlo para el 2023. Y tal vez, es más importante dados los tiempos inciertos y aciagos que vivimos en todos los órdenes de la vida colombiana.
Queremos destacar la responsabilidad social que tenemos con los demás, particularmente con ocasión de la necesidad de participar en la conservación y recuperación del entorno natural. El fin del año 2022 y el comienzo del 2023 siempre hace propicio que cada cual se detenga, ojalá junto a los suyos, como pocas veces, para recapacitar sobre cuánto estamos relacionados los unos con los otros. ¿Acaso no nos afecta que asentamientos pobres, por no tener sistemas adecuados de excretas, boten sus residuos a los ríos y quebradas? La pobreza que lamentablemente está relacionada con los índices demográficos (lo cual es un descuido imperdonable de los gobiernos) afecta al ambiente natural de diversas maneras. Y es que la pobreza además empuja a muchos a invadir áreas estratégicas de conservación o protegidas (páramos, parques nacionales o regionales, santuarios de fauna, etc) vitales para la oferta ambiental. La pobreza debe ser enfrentada entonces, también desde su impacto para el ambiente natural.
Existe prácticamente una unanimidad en medios, análisis y augurios económicos universales de que llegó la hora de hacer las cosas diferentes para disminuir y, ojalá, extinguir la pobreza en el planeta. Decidir hacer algo por disminuir y eliminar la pobreza, exige sincerar sus causas. Hay que despolitizar la discusión y adopción de políticas públicas. Por cierto, esto sólo se logrará con empleo, sin subsidios, y menos, regalando los escasos recursos públicos. Eso no acaba la pobreza, probablemente la aumenta, y lo hace sin dignificar a los ciudadanos menos favorecidos económicamente. Otra cosa es dar limosnas.
Bien vale la pena entender que cada cosa que hacemos y cada cosa que los demás hacen afecta a toda la sociedad; y lo que afecta a la sociedad colombiana, afecta a la humanidad. Y así ocurre con las consecuencias de las maneras como usamos cada recurso natural, renovable o no, y las maneras como generamos impactos al medio natural (o los manejamos).
No podemos dejar de hacer especial referencia al Huila y su gente. El año 2023 puede ser el principio del cambio que necesitamos para despegar económicamente y situarnos entre los departamentos más desarrollados de Colombia. Tenemos todo para convertirnos en modelo. Nuestra situación geográfica, nuestros recursos naturales y los disímiles talentos que la gente joven está demostrando son suficientes para lograrlo. ¿Qué falta entonces? Cambiar nuestra manera de pensar.
Este año hay elecciones regionales y allí, otra oportunidad que no puede escapar…otra vez.
