Por: GERARDO ALDANA GARCÍA
Es posible que le haya llegado la hora de bienestar a una de las más complejas variables del prisma de la cultura regional. Hablo de la oferta y comercialización de la oferta de los creadores del arte que habitan y crean permanentemente en todo el Huila y que, hasta el momento, durante décadas, diré, desde la misma creación del Departamento en 1905, entonces bajo la batuta del primer gobernador Rafael Puyo, no ha sido atendida efectivamente, no desde la iniciativa gubernamental, como tampoco a partir del concurso de la empresa privada. Lo que se han dado son inversiones, generalmente tímidas, en el tema de la promoción, más casi nulas en el ámbito de la comercialización, de la venta, que es ese eslabón de la cadena productiva del arte considerado como el momento de la verdad, aquel que concluye con la obtención de ingresos para el creador y mediante estos, el aumento de su nivel de vida y el de sus familias. Por supuesto que reconozco los esfuerzos en la realización de ferias, básicamente en el campo de las artesanías, las que representan un canal idóneo para la venta, pero debe ser coadyuvado con otras estrategias.
Si se quiere vender el arte de los huilenses que hacen música, pintura, escultura, fotografía, teatro y danza, es ineludible recurrir al inexorable binomio Turismo – Cultura. Si, el turismo permite que la identidad cultural materializada en productos para el mercado, viaje dentro del territorio nacional y fuera de este, al tiempo que representa un magnífico instrumento coadyuvante del proceso de preservación, rescate, conservación, promoción y desarrollo de la identidad cultural regional. En este sentido conviene retomar la pregunta de turistas que llegan a una ciudad como Neiva, bien por viajes de negocios o por turismo propiamente dicho y que, un jueves o sábado consultan al dueño del hotel o a los lugareños: Qué hay para visitar hoy en la capital huilense. Nada, es la triste y frustrante respuesta, salvo algunos casos meritorios como llegar al museo prehistórico, siempre abierto, del maestro José Ricardo Garrido ubicado en los bajos del monumento La Gaitana. Lo más tenaz del asunto es saber que Neiva si tiene ofertas para mostrar, empezando por la misma obra escultórica de Ciudad Villamil o los museos del Centro Cultural José Eustasio Rivera siempre cerrados en fines de semana y festivos, ubicados en el edificio de la biblioteca departamental Olegario Rivera. Y ni qué decir los soberbios músicos en canto y cuerdas ganadores del Mono Nuñez o de insignes compositores, aún felizmente vivos como José Miller Trujillo y Las Tamboras. Y eso que solo hablo de Neiva; Pitalito con otros renombres como Gerardo Meneses, uno de los autores de literatura infantil más leídos en Colombia, con renombre en el exterior y con él enormes pintores y ceramistas de notable admiración en el país y el exterior.
Señor gobernador electo Rodrigo Villalba Mosquera, en su trayectoria, capacidad y reconocida probidad como ejecutor de la cosa pública, habita una esperanza y fe de miles de artistas que buscan el camino hacia la venta efectiva de sus creaciones. Yo le digo señor gobernador que una buena forma de lograrlo sería empezar por llevar la oferta del arte huilense a la categoría de producto para el mercado, esto podría lograrse, por ejemplo, si Neiva mantiene siquiera dos puestas en escena a la semana, en lugares públicos, en principio, seguramente después podrán venir en auditorios y espacios cerrados como hoteles y restaurantes. Pero una iniciativa de esta naturaleza encuentra como primer escollo para su realización, el costeo. Mover al artista y su arte desde el domicilio del creador hasta los espacios de presentación, vale; y sus servicios personales, lo son más. En opinión hace falta ser mucho más asertivo en el aprovechamiento de los beneficios tributarios otorgados a personas naturales y jurídicas en materia de exención tributaria cuando se invierte en cultura. Hay miles de millones de pesos que pueden obtenerse por este medio si se logra que los tributantes, hablo desde quién paga $500,000, hasta $1000.000.000., o más en su declaración de renta anual, sea concientizado del beneficio tributario, al tiempo que accede a un magnífico instrumento de promoción de la empresa o persona natural patrocinadora y, por, sobre todo, será un actor de la tarea de inestimable valor social: la preservación y promoción de la identidad cultural regional. Sobre esto hay muchos detalles de cómo lograrlo, mismos que se espera el gobernador Villalba sepa concebirlos e instrumentalizarlos. Es claro que los aportes obtenidos desde el ámbito privado por la vía de la exención tributaria deben ser coadyuvados por los recursos de lo público; seguramente mediante fondos como el Sistema General de Regalías, eso sí con un muy creativo y viable proyecto. No es tan difícil; solo se trata de querer hacerlo y saber cómo. Basta ya de inversiones pasajeras y a veces costosas, impertinentes, nada asertivas en el sector cultural que no tienen la capacidad de apuntar hacia la acción concreta de la generación de riqueza para el creador de lo identitario y la comunidad circunstante. Esto incluye efectivamente la implementación inteligente de los medios de comunicación que también pueden poner a sonar el arte huilense en sus canales de audio, prensa, televisión o redes sociales, con enfoque comercial, accediendo igualmente a los beneficios tributarios.
Me ha dado mucho gusto visitar este fin de semana festivo, a la ciudad de Medellín y escuchar en varias de sus emisoras que, de cada cinco temas musicales, tienen tres del folclor antioqueño.