En algunas regiones del país, se ha venido intensificando la oleada invernal, después de ver transformado el clima que durante los primeros 10 meses del presente año, atravesó una intensa sequía producto del fenómeno del niño, que afectó a la geografía nacional, a través de desbastadores incendios forestales y disminución de los recursos hídricos, que han amenazado el suministro de agua a los acueductos municipales. Igualmente, el aumento de las temperaturas se tradujo en intensas oleadas de calor, que han desesperado a las familias colombianas. La inundación ocurrida el miércoles anterior en horas de la tarde en la capital de la República, en la autopista Norte a la altura del humedal de Torca-Guaymaral, que tras un intenso aguacero visibilizó de nuevo el reto de los gobiernos distrital y nacional de actuar coordinadamente. En este caso, para encontrar una manera de que, en este punto, de valor ecosistémico incuestionable, también pueda existir una vía para tan alto tráfico vehicular. Es importante que el gobierno nacional, no siga cazando peleas con los alcaldes sobre las consecuencias de estas emergencias. Recuerden que los desastres de carácter natural son impredecibles y sus efectos pueden ser funestos en el bienestar de las familias que residen en las áreas de influencia donde ocurren éstos.
En otras regiones del país, también se han presentado afectaciones por el aumento de los caudales de los ríos y quebradas, remociones en masa, caída de árboles, daños en los cultivos, afectaciones a la infraestructura vial, viviendas arrasadas y averiadas, entre otras calamidades que afectan la dinámica productiva y la calidad de vida de sus habitantes. Durante el resto del mes de noviembre van a seguir aumentando las precipitaciones. Apenas está iniciando el fenómeno de la niña. Debemos prepararnos, uniendo los esfuerzos con las autoridades de la Gestión del Riesgo, para minimizar sus efectos. Lo anterior no tiene color político. El gobierno nacional, debe abolir su retórica barata cuando ocurren estas emergencias. No es el momento para sacarle filo político a estos desastres. Atrás debe quedar esos discursos de bajo contenido intelectual. Las familias afectadas, necesitan soluciones definitivas.
Una autopista que fue construida hace más de 70 años, durante el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla, donde nunca se realizó un estudio ambiental para sus diseños. Inclusive todos los gestores de este proyecto vial ya fallecieron. Ahora les toca a las nuevas generaciones que se encuentran en el poder, formular políticas públicas consensuadas entre los entes territoriales y las instancias nacionales, para rediseñar las nuevas obras, que hacia el futuro se eviten esta clase de emergencias. Debe existir una verdadera coordinación interinstitucional. Atrás el revanchismo hirsuto. Con la vida de los seres humanos no se juega. Este suceso, nos debe servir de ejemplo para todo el accionar interinstitucional cuando se estructuren políticas que conduzcan a beneficiar a los ciudadanos.