Aunque la luz solar puede ser beneficiosa en muchos casos, en otros puede provocar dermatitis, inflamación e incluso golpes de calor.
DIARIO DEL HUILA, SALUD
Las últimas dos semanas han estado marcadas por altísimas temperaturas y escasas lluvias en gran parte del país. De hecho, la Sala de Crisis de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) informó que Colombia ha enfrentado unos 15 incendios de gran magnitud recientemente.
Si bien la exposición solar puede mejorar el estado de ánimo, reducir la presión arterial, fortalecer los huesos y músculos, e incluso reforzar el sistema inmunológico, las temperaturas extremadamente altas pueden tener graves repercusiones en la salud humana.
Estos efectos pueden variar desde leves hasta severos, como lo explica Gisella Martínez, médica pediatra de los Centros Médicos Colmédica, en una entrevista para SEMANA. Entre los efectos leves se encuentran “quemaduras en las zonas expuestas del cuerpo, dermatitis, inflamación o edemas en las extremidades, además de cansancio y dolorosos calambres”.
La dermatitis, causada por la sudoración excesiva, se manifiesta como un pequeño brote o sarpullido en la piel. En estos casos, Martínez sugiere una adecuada hidratación y el uso de cremas especiales que proporcionen la humectación necesaria para la piel.
“El uso de ropa ligera hecha de materiales que absorban la humedad, como el algodón, puede ayudar a prevenir la dermatitis por calor”, afirma Martínez. En cuanto al edema o inflamación causada por la retención de líquidos, especialmente en tobillos y piernas, es más común en personas predispuestas, como adultos mayores o quienes padecen várices, diabetes o hipertensión. Estas personas deben elevar sus piernas frecuentemente, hacer ejercicio en casa y evitar exponerse al calor.
En el extremo más grave de las altas temperaturas están los síncopes o desmayos y el golpe de calor, el cual «puede ser mortal si no se trata a tiempo», advierte la doctora. El síncope se produce por una mala hidratación que dificulta el flujo sanguíneo al cerebro, lo que reduce la cantidad de oxígeno y puede provocar desmayos.
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Otra consecuencia de la exposición prolongada al calor es el agotamiento, causado por varios días de calor intenso. Esto resulta en deshidratación crónica y en una falta de adaptación cardiovascular, lo que puede provocar vómitos, náuseas y dolores de cabeza severos.
Es importante estar atentos a niveles de alerta cuando las temperaturas oscilan entre los 36.5 y los 38.5 grados centígrados, y con mayor urgencia si superan este último valor.
Golpes de calor
El golpe de calor es el efecto más severo del calor extremo. Se produce por un aumento repentino de la temperatura corporal debido a la exposición prolongada al sol o a la actividad física vigorosa en entornos calurosos o mal ventilados. En estos casos, el cuerpo pierde la capacidad de regular su temperatura mediante la sudoración, lo que puede ser fatal.
El golpe de calor provoca una temperatura corporal peligrosamente alta y el fallo de varios sistemas orgánicos, lo que puede ser mortal. Los síntomas principales incluyen:
– Mareos.
– Dolor muscular.
– Somnolencia.
– Confusión y delirios.
– Dificultad para respirar.
– Convulsiones.
– Dolor de cabeza intenso.
– Palpitaciones.
– Enrojecimiento de la piel.
Cuando la temperatura corporal alcanza los 40 grados centígrados, las funciones generales del cuerpo comienzan a fallar, y se manifiestan los síntomas del golpe de calor. «En personas con enfermedades cardiovasculares o respiratorias, el cuadro puede agravarse debido a la posible formación de trombos», explica Martínez.
¿Qué hacer?
La doctora Martínez recomienda reducir las actividades físicas o laborales al aire libre durante las horas de más calor. “Lo ideal es realizarlas a primera hora de la mañana o al atardecer, cuando la temperatura es más fresca. Además, es esencial usar protector solar, sombreros, gafas de sol o sombrillas”.
Se aconseja también aprovechar los espacios más frescos de la casa y evitar permanecer dentro del carro durante las horas de mayor calor.
«Y lo más importante: hidratarse y cuidar la alimentación. No esperar a sentir sed para beber agua, y limitar el consumo de alcohol o refrescos como gaseosas», concluye la doctora Martínez.
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