Ad portas de una nueva de reforma tributaria que permita la sostenibilidad económica y fiscal de la nación, en un momento donde los coletazos de la guerra desarrollada en los territorios de nuestro país, la cual tiene su génesis política y filosófica desde el bipartidismo, luego con la aparición política de la izquierda una de forma democrática y otra en armas que se convirtiera en una lucha combinada para reclamar al estado lo que según ellos estaba mal. Todo esto, redondeo en la búsqueda de dominio a costa de lo que fuera por fuerzas irregulares compuestas por la base rebelde y popular de la época, que después decidieron bajo la tutela de comandantes y capos; ser carteles del narcotráfico, lavadores de dinero y contrabandistas de alto nivel.
Todo ello originó al principio de los tiempos de lucha, logros importantes como los derechos a los trabajadores, las reformas agrarias, el desarrollo de planes y programas de vivienda popular, el derecho a la propiedad privada, la educación pública, la igualdad de derechos, un país laico y todo lo que la misma Constitución Política del 1991 acogió y que hoy aún se instrumentaliza y se reglamenta a través de leyes y normas que se discuten y aprueban en el congreso, algunas con origen popular, otras parlamentarias o gubernamentales, que desde luego surte su trámite o filtro en las altas cortes, esto como muestra de un estado de derecho que tantos países del mundo quisieran tener a pesar de lo malo que también pasa y sucede.
Los logros y alcances de las luchas populares que han llegado hacer posibles y acogidas por los diferentes gobiernos, además de ser aprobadas por el congreso, tiene hoy como resultado muchas practicas asistencialistas, que al decir verdad, no todas son positivas desde mi punto de vista. Vale la pena rescatar que la socialización, discusión de la nueva reforma tributaria que presentará el Gobierno el próximo 20 de Julio, la cual tiene un componente que, desde ya, la hace ver posible de ser aprobada, la cual cuenta con factores que bajo la óptica, lógica, de necesidad y formalidad tiene razón de ser. Ello mirado desde el punto de vista fiscal para el país, social en el cumplimento de la sostenibilidad de programas y proyectos que involucran el cumplimento de compromisos del gobierno frente a esas luchas sociales, al mismo plan de desarrollo Nacional que articula las regiones y con metas en sectores como educación, salud, empleo y la dinamización económica, las que deberán ser posibles en un país golpeado no solo por la guerra, la desigualdad, los eventos naturales y antrópicos, sino también por el asistencialismo desmesurado y sin control que algunos siguen proponiendo mantener.
El proyecto de reforma que presentará el gobierno anuncia que no ampliará la base gravable, no tocará la canasta familiar, ni el bolsillo de los más vulnerables, por el contrario, habrá un compromiso de quienes pueden aportar más, como los industriales, bancos y demás componentes económicos pudientes del país como una primera muestra a la necesidad, solidaridad y de unión como nación en un momento tan difícil que vivimos como consecuencia de la pandemia que hoy sigue golpeado la vida, la salud y el bienestar de todos los colombianos.
Será definitivo el apoyo a la generación de empleo, a la sostenibilidad de las empresas, educación, equidad y oportunidad a nuestras nuevas generaciones, acciones que deberán ser hacia el futuro una política estatal que no pueden rayar con el asistencialismo subsidiario, que también permite en ocasiones mantener un segmento de población parasitaria y poco emprendedora; contrario a lo que si somos la mayoría de los colombianos.