La simbiosis entre el Estado y el sector privado ha sido desde siempre vital para lograr el crecimiento económico deseado y en cierta manera el estado de bienestar que buscan las naciones y reclaman sus sociedades. La baja ejecución del gobierno Petro en lo corrido de su mandato, pero en especial en el primer semestre de este año (2024), tienen en entredicho el crecimiento económico esperado y por el contrario acentúan la crisis en varios sectores de la economía nacional.
Veamos, según un informe de Corficolombiana, la baja ejecución del Presupuesto General de la Nación los primeros seis meses del presente año denota un notorio rezago en comparación con el promedio histórico de los últimos 23 años, siendo los sectores con peor ejecución los relacionados a la Inclusión Social, Vivienda, Deporte y Agricultura. Fonvivienda, entidad encargada de los subsidios de vivienda y adscrita al Ministerio de Vivienda, ha ejecutado solo el 8.4% de su presupuesto, y el programa Mi Casa Ya, el cual ha sido fundamental para que los colombianos más pobres puedan tener casa propia, ha ejecutado la pírrica suma de 76 mil millones de pesos de los 3.4 billones de pesos de su presupuesto. La falta de experiencia técnica de varios ministros y funcionarios del gobierno, la implementación de un presupuesto insostenible fiscalmente y la corrupción rampante, tienen al borde del precipicio las promesas de “cambio” hechas por el entonces candidato y hoy presidente de la República Gustavo Petro, quien no supo pasar del discurso grandilocuente y de plaza pública a la ejecución y puesta en marcha de un gobierno que se eligió con banderas como la de la reducción de la pobreza, la lucha frontal contra la corrupción y la inversión en las zonas más apartadas y deprimidas del país.
Una disminución en la ejecución del gasto público y una caída en los rubros de inversión como la que estamos vivenciando se traduce en una reducción en la actividad económica y el empleo, en menos proyectos, en decrecimiento de la inversión y en un menor crecimiento económico en general; es decir, en más pobreza, atraso y violencia.
Ojalá que en los dos años que le restan de mandato, el presidente entienda que para gobernar se necesita más sentido común y menos trinos, más liderazgo y menos polarización y más ejecución presupuestal y menos cháchara. Porque de no hacerlo, no solo pasará a la historia con más pena que gloria, sino que Colombia seguirá sufriendo y de qué manera gracias al primer gobierno de izquierda que nos está regresando a pasos acelerados a un pasado de miseria y confrontación.