Por:
Santiago Ospina López
Han pasado 12 años desde que Colombia y Estados Unidos firmaron el Tratado de Libre Comercio, un acuerdo que prometía abrir las puertas del mercado estadounidense a los productos colombianos y viceversa. Tras una década desde su puesta en marcha, hoy es posible hacer un balance de sus logros y desafíos.
Las cifras de Analdex no dan lugar a dudas: el TLC ha sido un rotundo éxito en términos de acceso al mercado para los productos colombianos. Las exportaciones nacionales a Estados Unidos se han multiplicado por cuatro desde su entrada en vigencia, pasando de USD 4.100 millones en 2008 a USD 16.500 millones en 2023. Esto ha permitido diversificar la oferta exportadora nacional, potenciando productos como las flores, uchuva, panela y aguacate Hass, adicional a la consolidación del comercio del café en verde.
El TLC también ha tenido un impacto positivo en la inversión extranjera directa desde Estados Unidos hacia Colombia. En 2023, la IED alcanzó USD 8.200 millones, lo que representa un aumento del 50% frente a las cifras que atraíamos en el 2008. Esta inversión ha impulsado sectores ancla como la infraestructura, la energía y la manufactura, generando empleo y agregando innovación y desarrollo que nos permite volvernos más competitivos en el ámbito global.
El impacto del TLC en Colombia va más allá de las cifras. El acuerdo ha implantado un chip en mentalidad de los empresarios, que ahora se sienten más preparados para competir.
A pesar de sus logros, el TLC también ha tenido algunos desafíos. Uno de ellos es la desigualdad en los beneficios, ya que algunos sectores económicos y regiones del país no han aprovechado plenamente las oportunidades del acuerdo, e incluso afirman verse afectados por él. Además, aún persisten algunas barreras no arancelarias, como la carencia de homologaciones, el reto de alcanzar una producción masiva y la falta de presencia operativa con bodegas y alianzas logísticas de última milla en USA, que dificultan la competitividad de algunos de nuestros productos en su mercado.
El TLC entre Colombia y Estados Unidos ha sido un éxito en muchos sentidos, pero aún hay mucha tela por cortar. El gobierno colombiano debe invertir en fortalecer la competitividad de las empresas, reduciendo impuestos que les permitan ser más atractivas fuera, reduciendo barreras no arancelarias y aprovechando al máximo las oportunidades del acuerdo.
Adicional al TLC con Estados Unidos, Colombia debe seguir buscando oportunidades de comercio con otros países, como recientemente hizo con Emiratos Árabes Unidos. El mundo está lleno de mercados interesados en nuestros productos, y los TLCs pueden ser una herramienta vital para abrir las puertas y potenciar la balanza comercial colombiana.
Es hora de que Colombia sea más proactiva en la búsqueda de nuevos acuerdos comerciales, siempre de manera responsable con nuestras industrias, teniendo en cuenta las necesidades del país pero también la de sus ciudadanos.
En este camino hacia la competitividad global, el gobierno colombiano debe contar con el apoyo del sector privado, la academia y la sociedad civil, siendo crucial el del primero. En vez de estigmatizar y dividir, es momento de unir. Juntos, podemos construir un futuro más próspero para Colombia en el cual el comercio sea un verdadero motor de desarrollo y bienestar social.
Santiago Ospina López
