Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa
Cuando los argumentos flaquean en medio de una discusión se procede a los insultos y cuando los agravios son vencidos, se acude a la violencia; es decir, que quienes actúan de manera violenta en contra de personas o de bienes, en medio de una confrontación ideológica, es porque quien acude a estos hechos, carece de pobreza en cuanto a sus razones.
Quienes hemos vivido algunos años y hemos trasegado por la vida, entendemos que en la juventud se vive de manera impetuosa, por eso en la adolescencia hay brotes de rebeldía y en la época universitaria emergen algunos sentimientos de rechazo frente a lo que el sistema, el establecimiento o quienes ostentan el poder, han impuesto a través de diferentes mecanismos.
No quiere decir esto que los jóvenes universitarios, todos, sean contestatarios o revolucionarios, eso depende del contexto en el que se desarrollen las cosas. Por ejemplo, en Venezuela, los muchachos que salen a las calles a marchar, exigiendo al gobierno garantías y condiciones para una mejor calidad de vida, no son de izquierda, pero se pronuncian públicamente y protestan.
Desde otro enfoque podemos revisar lo sucedido en el “Paro Nacional” desarrollado en el año 2021 en nuestro país, el cual fue denominado por los medios de comunicación como el “Estallido Social”, en el que movimientos juveniles se lanzaron a las calles para hacer frente a un gobierno que deseaba imponer una serie de reformas. Esta movilización fue gestada y liderada por la izquierda colombiana.
Tanto en unos eventos como en los otros se han presentado desmanes y afectaciones, a bienes públicos y privados. Eso no sucede solamente en nuestra nación, basta con revisar la situación de otros países como Chile, Francia, España y otros.
Esta semana, por ejemplo, un grupo de estudiantes de la Universidad Surcolombiana se tomó la sede administrativa o mejor conocida como sede de posgrados de la ciudad de Neiva, sacando de manera brusca a los funcionarios de la institución y ocasionando algunos daños a la infraestructura física de la misma. Seguramente ellos en medio de su éxtasis emocional propio de sus años mozos y motivados por algunos viejos agitadores, creerían que proceder de tal manera era lo correcto y hasta orgullosos se sentirían de acabar con su casa de estudios, pero visto desde los ojos de la comunidad y de otros órganos sociales, son percibidos como individuos carentes de verdadero sentido de pertenencia.
Bien lo expresaba de manera sabia Jean Paul Sartre, “la violencia, sea cual sea la forma en que se manifieste, es un fracaso”, pero además el escritor cubano José Martí expresó que “los bárbaros que todo lo confían a la fuerza y a la violencia, nada construyen, porque sus simientes son de odio”.
Estoy completamente seguro que convence más el discurso argumentado que la violencia irracional. Así que bienvenido el disenso pacífico como base para la construcción de consensos sólidos, porque quien desea imponerse por la fuerza, solamente logra agravar la problemática.
