Hace pocos días se anunció que Facebook trabaja en la construcción y puesta en marcha de un “metaverso”, el cual, en palabras sencillas y poco técnicas podríamos definir como una realidad alterna completamente virtual. Para muchos, esta noticia genera gran euforia y expectativa respecto del potencial que este nuevo universo puede tener, marcando la entrada de la humanidad a una nueva etapa de las redes sociales. Para otros, dentro de los que me incluyo, este tipo de noticias genera escalofríos por empezarse a cumplir las profecías de muchas películas (principalmente de ciencia ficción), en la que los humanos literalmente nos “desconectamos” de la realidad, para irnos a vivir a la virtualidad.
Lo crítico de la situación es que el proceso de construcción de esta nueva realidad está siendo liderado por un grupo empresarial contra el que se han presentado denuncias por presuntas falencias en la protección y administración de datos, de influenciar elecciones políticas, de alterar los algoritmos para que las personas interactúen con cierto tipo de material. Parte de esto queda recogido en las recientes denuncias que hizo Frances Haugen, una exempleada de Facebook. Acá es donde me gustaría preguntarles: ¿Cuál es el riesgo?
Pero eso no es todo, a esto súmenle que nuestros celulares y dispositivos con los que convivimos a diario saben absolutamente todo sobre nosotros. Por ejemplo, nuestros ciclos de sueño, hábitos de ejercicio y de alimento, gustos de películas, libros y series, entre muchísimos otros. En resumen, conocen detalles de nosotros que nosotros mismos ignoramos o pasamos por alto, pero que son muy valiosos para la bombardear con publicidad o para influenciar la toma de decisiones políticas, económicas y más.
Como se pueden dar cuenta, resulta muy riesgoso que el camino hacia realidades alternativas se encuentre liderado por una empresa privada. Frente a esto considero que los más sano y recomendable sería que este proceso fuera descentralizado y liderado por entidades que están motivadas por otros motivos adicionales al simple lucro, como es el caso de las universidades o de entidades sin ánimo de lucro. De igual forma tenemos que ir pensando en las implicaciones legales y políticas que un metaverso traería consigo y la forma en la que los estados le podrían hacer frente a esta nueva realidad. Esto, si tomamos en cuenta que las criptomonedas cuentan con una mayor presencia en nuestras vidas y economías.