Alvaro Hernando Cardona González
En Cali, del 21 de octubre al 1 de noviembre de 2024, se llevará a cabo la COP16 que es la sesión No. 16 de la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica. La primera COP después de la adopción del Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal, un plan ambicioso para detener la pérdida de especies y proteger los ecosistemas para el 2030. Entonces se está poniendo de moda todo lo concerniente a la biodiversidad.
Entre esos temas en auge, aparece la “bioeconomía. Que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), define como “la producción basada en el conocimiento y la utilización de recursos, procesos y métodos biológicos para proporcionar bienes y servicios de forma sostenible en todos los sectores económicos”. Y por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sostiene que una bioeconomía es a) una economía basada en el consumo y la producción de bienes y servicios derivados del uso directo y la transformación sostenibles de recursos biológicos, incluyendo los desechos de biomasa generados en los procesos de trasformación, producción y consumo, aprovechando el conocimiento de los sistemas, principios y procesos y las tecnologías aplicables al conocimiento y transformación de los recursos biológicos y a la emulación de procesos y principios biológicos.
Por eso, la séptima versión de la Cumbre de Sostenibilidad de la organización SEMANA, se realizará en Cali el próximo 17 de julio, reuniendo expertos nacionales e internacionales que debatan sobre cómo impulsar una economía que combata el cambio climático, propicie negocios verdes, promueva energías renovables y proteja las especies de flora y fauna. En su promoción afirman que “Colombia es un país tan diverso que puede experimentar sequías e inundaciones en su territorio al mismo tiempo” y mencionan cómo mientras en Bogotá se impone un racionamiento de agua a sus habitantes en el Pacífico nacional, ríos como el Baudó, en el Chocó, se desbordan y arrasan con todo.
Conservar y recuperar la biodiversidad nacional es una tarea que pasa por gestionar una economía más respetuosa con el medioambiente que permita que el desarrollo del país sea sostenible. Requiere de todos, y antes que argüir derechos, exige cumplir con los deberes éticos para la vida digna de la humanidad.
Necesitamos políticas públicas y acciones decididas en favor de la bioeconomía, y ya hay una propuesta para hacerlo desde tres ópticas: la biodiversidad (incluida la agrobiodiversidad); la capacidad para producir biomasa para diversos usos, además de alimentos; y, la disponibilidad de desechos agrícolas y agroindustriales.
