La pandemia de coronavirus en Brasil se cobró por primera vez más de 3.000 vidas en 24 horas, en momentos en que la situación del país causa alarma mundial y presiona al presidente Jair Bolsonaro, quien prometió un pronta vuelta a la «normalidad».
El gigante sudamericano, de 212 millones de habitantes, registró 3.251 muertos en un día, con lo cual totaliza 298.676 fallecidos desde el primer óbito hace un año, un balance superado solo por Estados Unidos. Los casos suman 12,1 millones, con 82.493 contagios en las últimas 24 horas.
En los últimos siete días hubo un promedio diario de 2.364 víctimas del covid-19, una cifra en constante alza desde el 22 de febrero y que representa el triple de la de inicios de año (703), alcanzando niveles nunca vistos durante la primera ola de la pandemia en 2020.
La escalada puso al sistema sanitario al borde del colapso, con las unidades de cuidados intensivos (UCI) con una tasa de ocupación superior al 80% en la mayoría de los 27 estados brasileños y una creciente «preocupación» por el riesgo de falta de tubos de oxígeno en por lo menos seis estados, según un informe de la Fiscalía General.
El descontrol de la pandemia tiene en vilo a toda Sudamérica.
La transmisión del virus «sigue aumentando peligrosamente en todo Brasil» y esa «terrible situación también está afectando a los países vecinos», afirmó la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa Etienne.
En breve una vida normal
Los expertos atribuyen parte de esa tragedia a la nueva variante del coronavirus registrada en la Amazonía, conocida como P1, que puede ser al menos dos veces más contagiosa.
Y al poco acatamiento de las normas de distanciamiento social, con la complicidad de Bolsonaro, quien ha promovido constantemente aglomeraciones con sus partidarios sin el uso de máscaras y cuestiona las medidas de cuarentena debido a su impacto económico.
El martes por la noche, el mandatario de ultraderecha prometió a los brasileños que volverán a la normalidad en breve gracias a la vacunación, pese a que esta avanza lentamente y con problemas logísticos.
«Quiero tranquilizar al pueblo brasileño y afirmar que las vacunas están garantizadas. Al final del año, habremos alcanzado más de 500 millones de dosis para toda la población. En muy poco tiempo, retomaremos nuestra vida normal», declaró.
Su discurso tuvo como fondo sonoro cacerolazos de protesta en las principales ciudades del país, como Rio de Janeiro, Sao Paulo y Brasilia, refirieron periodistas de la AFP.
Alcaldes y gobernadores impusieron medidas de aislamiento social, limitando el comercio a actividades esenciales, pero sin garantías de acatamiento ni de coordinación entre ellos y mucho menos con el gobierno federal, que siempre se opuso a ese tipo de limitaciones.
Por ahora, 11,1 millones de brasileños, un 5,2% de la población, han recibido al menos una dosis, y 3,5 millones han recibido la segunda, según datos oficiales recogidos por la AFP.
El mandatario, quien aspira a ser reelegido en 2022, expresó su solidaridad «con todos aquellos que tuvieron pérdidas y con sus familias».
Horas antes del discurso del mandatario tomó posesión de su cargo, en una discreta ceremonia en el Palacio de Planalto, el cuarto ministro de Salud desde que empezó la pandemia, Marcelo Queiroga, más de una semana después de que fuera nombrado por Bolsonaro para sustituir al cuestionado general Eduardo Pazuello.