Después de soportar difíciles momentos todas las actividades económicas en el país, por la pandemia del Covid durante la vigencia de 2020, por las causas ya comentadas en otros editoriales, hay que destacar el buen momento que ha venido presentando el mayor renglón creador de empleo en el país. Este sector se ha convertido en un generador de progreso, desarrollo y de ingresos que ha contribuido a fortalecer el PIB del país. En un excelente escrito el distinguido periodista de esta Casa Editorial, Rolando Monje Galindo, en la edición del día anterior, expresa que, durante 2021, más de 227.000 familias colombianas compraron vivienda nueva. A septiembre, el indicador para los arrendamientos de casas creció 0.23% y para los apartamentos 0.19% mensual. En Colombia se asignaban anteriormente en promedio menos de 40.000 subsidios anualmente para la compra de vivienda, pero en 2021 se duplicó esta cifra, llegando a más de 97.000. Las tasas de interés para adquisición de vivienda en el segmento VIS mantuvieron una tendencia decreciente tanto en aquellas denominadas en pesos, como en las de UVR.
Contar con vivienda digna es uno de los derechos esenciales del ser humano. Esto significa un techo seguro, con servicios básicos, donde las personas que lo habiten encuentren condiciones que les permitan sentirse parte de la sociedad y no excluidas de ella. Hoy por hoy, tener casa propia se ha convertido en el principal motivo de inversión de los hogares colombianos, según se desprende del informe realizado a mediados del año anterior por de Camacol, gremio que agrupa a la industria de la construcción. Y las cifras lo corroboran: durante el 2021 se realizaron más de 160 mil ventas en todo el país, casi el 40 por ciento de ellas en el rango de viviendas de interés social (VIS).
El tema resulta crucial para el país por su dinámica, poder adquisitivo y necesidades. Por tanto, las políticas gubernamentales que se adopten al respecto son fundamentales para la reactivación, el crecimiento y el dinamismo económico de los municipios. Una política de vivienda no se limita a un lugar físico. Conlleva dotarlo de espacio público, parques, plazoletas y alamedas. Hay que reconocer que, en muchas localidades, no cuentan con suficiente suelo para atender la demanda de vivienda. Y el poco que existe es costoso, razón por la cual cientos de proyectos se materializan en aquellos municipios que tengan las condiciones adecuadas para ellos, con la carga que ello implica para éstos y el impacto que produce en términos de movilidad y medioambiente. O puede darse el caso, ya endémico, de que muchas familias caigan en manos de piratas de la tierra o sigan sometidas a vivir en las fronteras de las urbes, en una especie de densificación informal.
