Diario del Huila

Bullying, un golpe que no se cura con pomada

Dic 12, 2023

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Por: Coronel (Veterano) Danilo Arboleda presidente ACORE seccional Huila.

Viene del vocablo inglés “bull” que significa toro. En este sentido, acoso escolar es la actitud de actuar como un toro; en relación con esto, pasar por sobre otro u otros sin contemplaciones. Las traducciones más comunes del bullying al español son, acosamiento, persecución, asedio, hostigamiento, presión, acorralamiento, agobio, incordio, molestia.

Y ya hasta encontramos la tipificación de los casos con 7 variables o más, bullying físico, psicológico, verbal, sexual, social, cyber bullying y mobbing.

Ya lo hemos experimentado en casa en dos ocasiones, la primera con la condición de salud especial de mi hija mayor (16 años), en donde el matoneo fue brutal, en un colegio con principios “cristianos”; quienes acomodaron su pénsum académico de manera ejemplar, pero que no hicieron mayor cosa frente al acoso social, a tal extremo que nos vimos en la obligación con mi esposa de tomar la decisión de desescolarizarla, debido al asedio diario de quienes se hacían llamar sus “amigos” y que afectaron profundamente su autoestima, provocando su aislamiento social.

La revictimización del detestable fenómeno lo vivimos hace menos de 15 días, con mi hija de 7 años en un colegio privado del sur oriente de Neiva, demasiado triste, con los siguientes agravantes: 1.— El caso se dio en público, 2.— Por parte del padre de una compañerita del salón, 3.— En presencia de más de seis personas los cuales rompieron en risas frente al comentario, 4.— el uso de un sobrenombre fuerte, compulsivo e implacable, por parte del adulto, el cual repitió en varias ocasiones la compañerita de mi hija a manera de mofa, pero inocente por su edad, 5.— El choque emocional de mi hija, preguntándonos si lo que le decía su amiguita era una grosería.

Recibimos las excusas públicas del colegio en el acto cultural de despedida, pero el real atenuante que esperábamos recibir era del padre de la menor, cosa que nunca llegó, el señor se cruzó a menos de un metro de distancia; la heroica actitud que tomo fue la del mito del avestruz, agachar la cabeza y huir. En las dos situaciones mi esposa, por su condición de mujer, es más perspicaz, evidenció quién era el señor, pero para evitar actos bochornosos prefirió guardar silencio.

No entablaré acciones de ninguna naturaleza frente al padre de familia, lo único que pido es que calce las zapatillas de su princesa y piense como se sentiría, en el momento en el que algún adulto se tome por burla a su pequeña, sigo esperando su llamada, en conclusión para encontrar la pomada de todo esto, es indispensable la comunión de mi familia con Dios. ¡Palabra de espartano!    

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