Por: Gerardo Aldana García
San Juan y San Pedro se despiden del pueblo huilense; lo hacen en medio de una serie de manifestaciones culturales vernáculas y también surgidas de la transculturización derivada de la modernidad. Los santos, convertidos en la Colombia hispana en motivos de fiesta, han vivido las celebraciones de junio y principios de julio, desde el poderoso lomo de un caballo o de una briosa yegua. También lo han vivido desde jumentos que, unidos a relucientes alazanes, no deslucen en medio del jolgorio de jinetes y amazonas cuyo espíritu, ya grande por cabalgar, se eleva con algunos tragos de Doble Anís, un candente ron o un añejado wiski. El hecho es que los caballos, tan presentes en estas fiestas, lo han estado en la historia de la humanidad. Resulta muy grato destacar la magnificencia de esta extraordinaria creatura de la madre naturaleza, para redescubrir lo inestimable de su aporte al desarrollo del hombre y su colectivo social. Los siguientes fragmentos de poemas alusivos a los caballos, contribuyen a ese justo reconocimiento al corcel que, sin duda y de acuerdo con versiones de tipo esotérico, representa una esencia del macro cosmos que va en una espiral de ascenso, de evolución hacia mejores estados de conciencia dentro del vasto reino natural.
Del poeta peruano José Santos Chocano, un fragmento de su poema Los Caballos de los Conquistadores, disfrutemos este soneto.
¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!
Sus pescuezos eran finos y
Sus ancas relucientes y sus cascos musicales…
¡No! No han sido los guerreros solamente,
de corazas y penachos y tizonas y estandartes,
los que hicieron la conquista
de las selvas y los Andes.
Ahora veamos del colosal vate José Eustasio Rivera, de su poema Los Potros:
Atropellados por la Pampa suelta
los raudos potros en febril disputa.
hacen silbar sobre la sorda ruta
los huracanes en su crin revuelta.
Atrás dejando la llanura envuelta
en Polvo, alargan la cerviz enjuta
Y a su carrera retumbante y bruta
cimbran los pinos y la palma esbelta
Acrezcamos el homenaje a los caballos recordando al bardo colombiano oriundo de Quibdó, Ricardo Carrasquilla, de su poema dedicado al libertador Simón Bolívar, dos sonetos de su poema El Abrazo.
Alánzala tres militares,
que a largo galope van,
y a sus corceles están,
desgarrando sus ijares.
Monta fogoso alazán,
De tanto correr rendido,
y sobre el roto vestido,
Lleva un gastado dormán.
Para cerrar, el Poema de mi autoría: Alazán
Centauros fugados del infinito,
irrumpen en el aura de la tierra,
dibujan procelosos corceles,
elongados hacia el cielo,
en inmodestos jinetes,
ansiosos de rasgar el velo.
Al ímpetu del vigoroso caballar,
une el hombre la excitación,
de su corazón henchido,
y cual clímax de exacerbada pasión,
relajan juntos,
sus cuerpos sobre el celeste horizonte.
Por ello está bien querer y cuidar a los caballos. Lejos estén las prácticas abusivas de jinetes inexpertos que aborrecen la belleza, la dignidad y la vida de estos animales en desfiles sampedrinos o acaso en la soledad de un establo, de un potrero.