Por: Jaime Felipe Lozada
Pocos sectores han logrado a través de los años impulsar la economía nacional y ser una marca internacional como lo es el café, desde que el expresidente Mariano Ospina Rodríguez (1805-1885) regresó de su exilio en Guatemala en 1871, en donde aprendió el oficio del cultivar el café, pues esta promisoria industria agrícola estaba mucho más avanzada en Centroamérica que en Colombia, y trajo lo aprendido a nuestro país y se lo enseñó a los pequeños campesinos del entonces Estado de Antioquia, el café ha sido la base de nuestro desarrollo económico; el cual y a lo largo de los años ha redundado en mejorar considerablemente la calidad de vida de las familias cafeteras, especialmente de aquellas asentadas en Antioquia y el Viejo Caldas, regiones en otrora pioneras de la caficultura colombiana y con un peso específico en la elección del Gerente General de la Federación de Cafeteros, entidad gremial fundada en 1927 y la cual desde entonces ha sido la encargada de dirigir la política cafetera en el país, no sin contratiempos, serias dificultades y uno que otro interés político como el ocurrido en la presidencia de Alfonso López Pumarejo quien al adherir a los pactos propuestos por Brasil que producía el 54% de la cosecha mundial causó la dimisión del primer Gerente de la Federación el Dr. Mariano Ospina Pérez en el año de 1930, pero este caso de historia patria, en nada es comparable a lo que ha venido ocurriendo por infortunio y desde hace varios meses entre el presidente y la Federación Nacional de Cafeteros, a la cual ha tildado en sus ya acostumbrados discursos cargados de revanchismo como una entidad oligarca y encargada según él de “robarse el café” del pequeño productor, delirantes epítetos que polarizan y atacan la autonomía de la entidad al tratar de minar su credibilidad, generando un manto de duda en el manejo del Fondo Nacional del Café y conllevando a consecuencias negativas para la economía nacional. Olvida deliberadamente el presidente que los dirigentes cafeteros y por ende el Gerente General no son empleados suyos ni de la Casa de Nariño, y por ende merecen respeto y consideración, pero sobre todo su decidido apoyo con recursos que fortalezcan el Fondo de Estabilización de los Precios del Café, vital para la subsistencia de las 552 mil familias cafeteras en el país y para las casi 90.000 en el Huila.
Nuestros cafeteros reclaman con justa razón, y especialmente los pequeños productores que son el 96% y que tienen en promedio 1.3 hectáreas y quienes representan el 60% de la producción nacional, adaptarse a los cambios que exigen los mercados internacionales, y eso no se logra con rencillas políticas, se logra con proyectos reales de extensión agropecuaria, con renovación de cafetales, con créditos realmente blandos que incentiven la producción, aumenten nuestra productividad y por ende generen riqueza y valor, con seguridad en el territorio, con una política seria de fertilización, con asistencia técnica, con alivios de deuda, pero especialmente y frente a la crisis actual y venidera con una significativa inyección de recursos por parte de gobierno nacional del orden de los 600.000 millones de pesos para sumados los 365.000 millones anunciados por el Dr. Bahamón Gerente de la Federación rondar el billón de pesos y así robustecer el Fondo de Estabilización de los Precios del Café y hacerle frente a la crisis del precio del grano.
Rodear y apoyar a las instituciones siempre será más importante que hacer lo propio con las personas, por eso como huilenses más que solidarizarnos con nuestro paisano y hoy Gerente de la Federación el Dr. Germán Bahamón quien valga la pena decirlo está desarrollando una encomiable tarea, debemos ser enfáticos en respaldar y exaltar la gran labor de las familias cafeteras a lo largo y ancho de nuestro departamento y del territorio nacional, quienes son sin lugar a dudas promotoras del desarrollo y de la dinámica socioeconómica de nuestra región.
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