Álvaro Hernando Cardona González
Lisa Friedman, escribe para la revista Times, sobre la política ambiental y climática federal desde Washington. Es decir, analiza, desde el centro de poder de los Estados Unidos, lo que sucede en estas materias. De algo recientemente publicado por ella y en este medio, extraemos lo básico para esta columna.
Esperamos que el lector, como nosotros, repase las nociones necesarias sobre calentamiento global, variabilidad climática y la COP27, porque estas serán muy mencionadas estas semanas. Y probablemente se encontrará con muchos análisis que los relacionarán con la economía, política nacional e internacional, ambiente natural, educación y otros.
COP es la sigla que abrevia la Conferencia de las Partes, que en este caso son las 197 naciones que suscribieron la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, adoptada en Nueva York el 9 de mayo de 1992 y abierta a la suscripción el 4 de junio de 1992 en Río de Janeiro, con ocasión de la realización de la Conferencia Mundial por el Desarrollo Sostenible. La Convención entró a regir en el año 1994. ¿Por qué 27? Porque la ONU, normalmente por medio de su programa especial para el medio ambiente, reúne cada año a debatir medidas sobre estas problemáticas (el año pasado se efectuó en Escocia) y en el 2022, se realiza la vigesimoséptima sesión anual.
Las 197 partes, con este instrumento jurídico internacional buscan evitar una mayor “interferencia antropogénica peligrosa en el sistema climático y estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera”.
La COP27, se llevará a cabo en la ciudad de Sharm el-Sheij, ubicado en las costas del Mar Rojo, en Egipto, inició el pasado 6 de noviembre y se prolongará por dos semanas, y en ella se efectuarán las cruciales negociaciones sobre cómo detener el Cambio Climático y adaptarnos a las variaciones frecuentes, abruptas y extremas del clima.
En la COP26, en Escocia, se logró un acuerdo sobre que los países suscribientes, debían tomar medidas adicionales de inmediato para prevenir un aumento peligroso en la temperatura mundial. La ilusión es que eso se logre este año. Y de ahí la importancia de la reunión actual.
¿Será posible? Está planteado el dilema: las naciones ricas quieren estrategias para ayudar a las naciones en desarrollo a reducir el uso de combustibles fósiles y realizar la transición a energías renovables, pero las naciones en desarrollo buscan un compromiso con respecto al dinero que necesitan para enfrentar los desastres que han sufrido por el clima.
Opinión: habrá avances, pero no éxitos contundentes dadas las realidades internacionales y coyunturales postpandemia. Y los estados seguirán evadiendo el punto axial en la demanda de los recursos naturales y la contaminación: el crecimiento demográfico.
