Por Juan Pablo Liévano
Finalmente, llegó el momento de la verdad en las elecciones que definirán el futuro del país, específicamente, su modelo económico y social. Los ciudadanos a través del voto hablaremos y definiremos quien ocupará la presidencia de la República. Hoy domingo, y en la segunda vuelta, que se da por descontada, lo que nos corresponde como ciudadanos es votar por quien tenga la mejor visión de país y las condiciones personales y profesionales para llevarla a cabo: un país donde se valore, fomente y proteja la empresa, la iniciativa privada y el esfuerzo personal, un país donde no existan derechos ilimitados y se exija el cumplimiento de deberes correlativos a los ciudadanos, un país donde se cumpla la ley y reine la libertad y el orden y un país donde los subsidios y ayudas estatales no sean la trampa de la pobreza, sino la manera de salir de ella. Cada candidato representa una visión de país y, sobre todo, de modelo económico y social.
El contrincante de Gustavo Petro, en la segunda vuelta, deberá poder convencer y vencer con sus propuestas, personalidad y carácter, con el trabajo que haga en las próximas tres semanas.
Lamento, sin embargo, la ausencia de Carlos Holmes en la elección del domingo; tal vez, como dicen muchos, el hombre para este momento. Carlos tenía el equipaje para ganar la contienda electoral y ejercer el cargo de presidente, pues reunía la experiencia y las condiciones personales, profesionales, morales, intelectuales y emocionales para hacer frente al reto histórico de ganarle las elecciones a la izquierda radical, agrandada por el escepticismo y rabia de muchos con el establecimiento político, y gobernar con liderazgo, templanza y propósito común en beneficio de todos los colombianos. Difícil saber si Carlos hubiera superado o no las diferentes etapas para estar este domingo como uno de los candidatos.
El 2022 era, no obstante, su momento, el de un hombre de estado, con experiencia y tenacidad, capaz de aglutinar, de reunir en su regazo de paladín a los diferentes actores de centro y de derecha, incluso de la izquierda moderada, con el propósito común de contar con un país más próspero y justo, de la mano de la empresa y la iniciativa privada, como eje fundamental para el desarrollo económico y el bienestar social. Deseaba salir a la plaza pública y hacer los debates, con ideas y propuestas innovadoras, pero viables, para luego implementarlas como presidente. Se extraña su figura y talante, lo que significaba y representaba para la política y para el país, y ni hablar para su familia y amigos.
El destino, finalmente, impidió que estuviera al frente de la responsabilidad histórica que impone este momento, por lo que es el gran ausente. Todo parece indicar, por lo menos hasta hoy domingo, momento en el cual se están llevando a cabo los comicios, que Federico Gutiérrez será el contrincante de Gustavo Petro. Gutiérrez tendrá la responsabilidad histórica de ganar las elecciones y gobernar para todos, con liderazgo, profesionalismo, sentido institucional de largo plazo y lejos de componendas políticas coyunturales. Esperemos que sea así por el bien de todos.