Por: José Eliseo Baicué Peña
A comienzos de los años sesenta el filósofo y sociólogo canadiense Marshall McLuhan advirtió que avanzaríamos hacia la conformación de una aldea global, dados los avances que se darían en las comunicaciones, las cuales harían que el mundo se volvería más pequeño y manipulable.
Hoy vemos que en casi todos los campos del conocimiento se evidencian cambios tan sustanciales relacionados con ese pronóstico. La tecnología ha hecho que en los últimos 20 años se haya producido mucho más avances que en los cinco siglos anteriores. Lo observamos en la salud, en la biología, en la conquista del espacio, en la genética, en la inteligencia artificial, en lo urbanístico, hasta en la política. De hecho, estamos ya desarrollando la cuarta revolución industrial.
El desarrollo del cine y la producción del séptimo arte no es la excepción. Algunos vemos con tristeza la materialización de un declive del cine de sala. Ese espectáculo maravilloso con el que crecimos muchos de mi generación. Todo un programa era asistir a un cine. Una faena que iniciaba con la escogencia de la película y el teatro. Un escenario donde se mezclaba la expectativa de ingresar haciendo largas filas (sobre todo en los estrenos) con el disfrute de un helado y agradables conversaciones con los vecinos de la fila.
En la actualidad, aunque existen, todavía, muchas salas de cine, se advierte una marcada disminución de asistencia estos espacios de la pantalla grande.
Apenas lógico este fenómeno si analizamos la irrupción de las plataformas productoras de cine como Nétflix y otras más. Esta plataforma, surgida en 1997 en California como una empresa de alquiler de DVD, es hoy un emporio mundial que amenaza con acabar con las saldas de cine. Hoy, esta empresa no sólo produce sus propias películas, sino que las difunde llegando a una gran cantidad de usuarios que desde la comodidad de su hogar, oficina o cualquier lugar, accede fácilmente a este servicio a través de cualquier dispositivo llámese televisor, Tablet, computadora o celular.
Claro, que hay muchas voces encontradas. Los que han recibido este servicio con mucha satisfacción, los que prefieren la pantalla grande, los productores y cineastas, los patrocinadores, cinéfilos, críticos de cine, y hasta actores y guionistas.
Steven Spielberg es uno de los más críticos contra Netflix y su política de producción y difusión, y Martín Scorcese uno de sus defensores, han dado a conocer sus apreciaciones sobre este tema. En la próxima columna los analizaremos. Buen cine el fin de semana.
