Otro de los grandes errores históricos que está cometiendo el gobierno nacional, sin haber cumplido el primer año de su mandato presidencial, es la pretendida reforma laboral que entrará a ser debatida en las comisiones y plenarias del congreso de la República. Para el sector empresarial, es una estocada mortal por el aumento de los costos de producción, así no lo quieran entender algunos integrantes lunáticos que integran el equipo económico del alto gobierno. Sus sesgos ideológicos y sus odios viscerales que datan de décadas atrás, hacia este renglón de la economía del país, que es el mayor generador de empleo, no los dejan analizar los efectos negativos que tiene sobre la dinámica productiva de Colombia. Es alta la preocupación de las empresas, sobre todo, de las más de 1,7 millones de micro, pequeñas y medianas que hay en el país y que son las que tienen un menor músculo financiero para afrontar imprevistos. Los empresarios están calculando que sus costos podrían llegar a dispararse hasta en un 20 por ciento en algunos casos. Y ante estos aumentos, ya consideran que podrían verse obligados a hacer ajustes en sus nóminas, que no contratarían a nuevos empleados e, incluso, en las situaciones más extremas tendrían que despedir y cerrar su negocio.
En manos de los congresistas, está el futuro de la economía colombiana. No es posible que éstos estén vendiendo sus conciencias por dádivas y prebendas personales, con el fin de aprobarles estos esperpentos de reformas que se encuentran debatiendo. Lo afirmamos porque desafortunadamente todos los gremios de la producción han lanzado un S.O.S, al gobierno nacional, que no escucha, ni aceptan recomendaciones de los diversos actores de la opinión pública, porque se creen amos y dueños de la verdad absoluta, por su arrogancia, vanidad, estilo autoritario y amenazante. No están midiendo los efectos negativos que éstas, desencadenan en la generación y pérdida de empleos. La ceguera ideológica no les permite tener otras miradas al respecto.
Todavía se preguntan los integrantes del equipo político afecto al gobierno nacional, porque las encuestas realizadas por las empresas encargadas de la medición de los niveles de favorabilidad reflejan indicadores adversos superiores al 60% de rechazo a la gestión del gobierno nacional. Diariamente el club de arrepentidos se está fortaleciendo a lo largo y ancho del territorio nacional. No significa que estemos haciéndole oposición al primer mandatario de los colombianos. Simplemente estamos analizando la realidad social, económica y política del país. Los hechos hablan por si solos. El presidente Petro, todavía tiene tiempo para reorientar la formulación de políticas públicas tendientes a mejorar el nivel de vida de las familias colombianas. El grito dramático que han lanzado todos los comerciantes, micronegocios, hoteleros, gastronomía, por los sobrecostos que pueden generar los recargos, se sumarían al poco margen que les deja el incremento de precios.