Desde julio de 2023, un nuevo evento de El Niño se declaró a nivel mundial, impactando significativamente en el Pacífico ecuatorial. A pesar de esto, el IDEAM oficialmente reconoció la presencia de El Niño en Colombia recién en noviembre del mismo año.
La reconocida experta en oceanografía, Andrea Devis Morales, ha señalado que a lo largo del tiempo, los eventos relacionados con El Niño han dejado importantes lecciones sobre la gestión del recurso hídrico y la generación energética en Colombia. Sin embargo, a pesar de estos antecedentes, el país sigue tomando decisiones reactivas en lugar de preventivas.
Desde hoy, la capital del país y los municipios servidos por la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) experimentarán suspensiones alternadas de agua debido al bajo nivel de los embalses. Esta medida busca ahorrar dos metros cúbicos por segundo de agua y garantizar el suministro en la actual coyuntura de niveles críticos de almacenamiento, consecuencia directa del fenómeno de El Niño.
El impacto se extiende más allá del suministro de agua potable, afectando también la producción energética del país al reducir drásticamente el nivel de los embalses. A pesar de la familiaridad con estos problemas, las acciones para abordarlos han sido insuficientes y tardías.
En enero de este año, Bogotá comenzó a tomar medidas para reducir el consumo de agua, pero estas resultaron ser tardías considerando los bajos niveles del sistema Chingaza. A pesar de las advertencias, el día Mundial del Agua en marzo no fue aprovechado como una oportunidad para crear conciencia sobre la situación.
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El sistema Chingaza ha alcanzado niveles críticos en abril, llevando al Distrito a implementar estrategias radicales de racionamiento del agua por sectores. Sin embargo, estas medidas podrían ser ineficaces o incluso empeorar la situación si provocan un pánico generalizado y el almacenamiento innecesario de agua.
El pronóstico de El Niño indica que las condiciones podrían comenzar a cambiar hacia la neutralidad climática entre finales de abril y junio, pero julio y agosto suelen ser meses secos en Bogotá, lo que empeoraría la situación.
Ante esta crisis, Devis Morales enfatiza la necesidad de campañas intensivas para crear conciencia ciudadana y sugiere incentivar a empresas e industrias que reduzcan su consumo de agua. Además, propone medidas como el uso racional de los recursos naturales y la implementación de energías renovables alternativas.
«Nos enfrentamos a retos climáticos cada vez más extremos y como ciudades debemos ser más sostenibles y resilientes», afirma la profesora de la Universidad del Rosario.
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