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Colombia sin conexión: La realidad de las zonas invisibles

Sep 5, 2024

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La semana pasada visité uno de los destinos naturales que siempre quise conocer, La Serranía de la Macarena. Aquel lugar que en su momento albergó la Zona de Distención, y que ostenta un paisaje único en el mundo como Caño Cristales, hoy es una muestra de la falta de oportunidades en las regiones consecuencia del centralismo con el que se ha desarrollado nuestro país.

Recién transcurría el primer día de mi visita cuando de repente se cayó la red de comunicaciones. Luego de unas horas, nuestra guía me comentó que la red no volvería hasta el día siguiente a medio día. Y así fue. No fue una premonición, “es algo común que sucede cada vez que una visita importante llega a la zona”, afirmó con tranquilidad. En este caso, se debía específicamente a la visita de una embajadora, algo que todavía sigo sin digerir.

Independientemente de los factores de seguridad, pensaba, la conectividad juega un papel fundamental para el bienestar de las comunidades, y mucho más si hablamos de comunidades vulnerables. La carencia de herramientas como el Internet y otras formas de conectividad limita en gran medida las oportunidades en estas regiones. Los habitantes no pueden acceder a oportunidades como la educación en línea, ni mucho menos a mercados digitales, o plataformas de comercio electrónico, lo que perpetúa el ciclo de pobreza.

La falta de conectividad en estas regiones, donde se carece de profesionales de la salud, también afecta el acceso a este derecho, limitando alternativas como la telemedicina que muchas veces no es una elección, sino la única vía.

Los últimos gobiernos han intentado solventar esta situación con proyectos como Misión TIC 2022 o Centros Digitales, pero al ser encabezados más por políticos que por técnicos, su implementación ha sido lenta y su impacto limitado. Las características montañosas del país son otro gran impedimento para efectuar este tipo de proyectos.

Pasé el viaje reflexionando sobre cómo podemos romper este ciclo…

Como entusiasta de la tecnología, considero que la solución a esta problemática nacional está fuera del país, y si nos apresuramos, fuera de la atmósfera. Imitar los desarrollos disruptivos como Starlink de SpaceX, perteneciente a Elon Musk, puede ser la respuesta a esta crisis de siglos.

Un satélite avanzado de Starlink tiene un costo aproximado a los 500 mil dólares, lo que representa cerca del 0.0005% del presupuesto nacional para el 2023. Para cubrir completamente los 1.14 millones de km² que tiene Colombia, se necesitarían algo menos de 80 satélites de órbita baja, lo que garantizaría una señal continua en todo el país. Esta inversión representaría apenas el 0.04% del presupuesto nacional.

Necesitamos líderes que efectúen el desarrollo, y no políticos que nos mantengan enfrascados entre discusiones y escándalos de corrupción. Derechos fundamentales como la salud, la educación, el trabajo y la igualdad de oportunidades, se verían directamente beneficiados de estos desarrollos.

Con el aroma de un café Entorno, los saludo,

Santiago Ospina López.

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