Diario del Huila

Combinar autoridad con democracia

Abr 21, 2021

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¡Qué excelente binomio! Una democracia sin autoridad es anarquía y en la anarquía viene la ley del “salvaje Oeste”, llámese también, “ley del revólver”. Aquí gobierna el más fuerte; parece la selección natural descrita en el Origen de las especies de Charles Darwin: sobrevive el más fuerte. Donde impera la ley, reina la justicia, obviamente la justicia fundamentada en un principio rector de la conducta humana, en última instancia DIOS, quien es la fuente suprema de toda autoridad. Cuando el hombre suplanta a Dios, él mismo se convierte en Dios y el hombre dios es un demonio, convirtiéndose en la bestia más feroz de la jungla humana. Para constatarlo, véanse los tiranos que ha habido en todas las etnias, geografías, tiempos y culturas. El hombre sin principios trascendentes es un ser arbitrario, autoritario y antisocial. Para vivir en comunidad tiene que haber unos principios rectores de convivencia; de lo contrario se hace imposible convivir, salen perdiendo los más indefensos. De ahí que la autoridad debe tener en cuenta siempre el BIEN COMÚN. Si supeditamos los intereses personales al Bien Común, entonces habrá justicia y allí en donde hay justicia, reina la paz. El lema de nuestro escudo sintetiza en forma excelente la cultura democrática: LIBERTAD Y ORDEN. No puede existir la una sin la otra. Llevamos doscientos años de vida republicana y, por ende, democrática. ¿Sí hemos llegado a una madurez democrática? Excúsenme decirlo, nos faltan años luz. ¡Qué cultura tan indómita! No se respetan las cebras, las bahías, el espacio público. ¡Cuánta contaminación auditiva tenemos! Quéjese y verá lo que le pasa. Infortunadamente ha habido hasta muertes por la intransigencia y el irrespeto a las normas de convivencia. El Código de Policía, con frecuencia se convierte en letra muerta. Nuestros códigos están llenos de buenas intenciones. Hay mucha permisividad en la ejecución de las leyes. La impunidad campea por todas partes. Si usted en su empresa, sobre todo, si es del sector público, aplica el Código Disciplinario Único,  verá lo que le pasa, termina “empapelado”. La cultura del padrinazgo político y la ley del atajo, impiden poner orden en el servicio de la función pública. El mal uso de la carrera administrativa, que es buena en sí misma, hace de algunas instituciones públicas un paquidermo que no lo mueve ni un terremoto. A los usuarios de esas entidades nos toca aguantarnos funcionarios agresivos y complicados en prestar los servicios a los cuales están obligados a cumplir. Hace falta una reforma sustancial del Estado. ¡Cuánto desgreño administrativo!; ¡cuánto gasto suntuoso! Si no se priorizan las necesidades, el dinero que pagamos los ciudadanos que trabajamos de sol a sol y le tributamos al Estado, se agota en términos de nada. ¡Cuántos elefantes blancos en las obras públicas! Obras inconclusas en donde se han invertido unas sumas gigantescas. Y seguimos sin conectividad vial, sin buenas escuelas, zonas de sano esparcimiento, hospitales, etc. ¿En que se invierten nuestros impuestos? Hay empresas estatales que se tragan el presupuesto solo en funcionamiento. ¿Y la inversión? Todo por complacer y pagar cuotas electoreras. ¡Qué horror! Después pedimos que no vengan los regímenes tiránicos. Amanecerá y veremos.

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