Por: José Eliseo Baicué Peña
Entre el siglo V y XV los europeos tenían al 25 de marzo como fecha de fiesta cristiana denominada Día de la Anunciación para conmemorar el año. Ya en 1600, muchas naciones de Occidente habían adoptado un sistema llamado Calendario Gregoriano. Este calendario, con el que nos regimos hoy día, restauró a Enero Primero como el día de Año Nuevo, mientras que Gran Bretaña con sus colonias en América, lo adoptó en 1772.
En la antigüedad comenzaban el año durante la época de cosecha. Llevaban a cabo rituales para despojarse del pasado y purificarse para el nuevo año. Por ejemplo, algunos apagaban el fuego que estaban usando y encendían uno nuevo. Los romanos de antaño intercambiaban regalos de Año Nuevo entre sí, los cuales consistían en ramas de árboles sagrados. Años más tarde, se regalaban nueces o monedas cubiertas en oro.
Ahora bien, si analizamos la celebración de esta tradición en la actualidad, vemos, por ejemplo, que resulta muy triste saber que más de 800 millones de personas la noche del 31 no tendrán qué comer, de los cuales 200 millones son menores de 5 años; otro tanto de niños no cuenta con agua potable; 500 millones no tienen instalaciones sanitarias; 250 millones no tienen servicio de salud; 600 millones no tienen una vivienda digna; y 150 millones entre los 7 y los 8 años no han asistido nunca a una escuela.
Todo esto, pese a que en la ONU, los líderes de las naciones se comprometen a trabajar contra la amenaza de la pobreza extrema y el hambre; en la conservación del agua; contra la degradación del medio ambiente; y contra las enfermedades endémicas o infecciosas. Sin embargo, los resultados no son satisfactorios, a pesar de que todo eso se podría lograr con una fracción de lo que el mundo gasta en armas de guerra.
Hay Navidades y Años Nuevos alegres y tristes. Lo cual resulta no sólo injusto y triste, sino también desigual y excluyente en plena modernidad y en el auge de la tecnología y la sociedad del conocimiento.
Ojalá, los gobiernos que llegan en el 2024 promuevan acciones que permitan mejorar la calidad de vida de miles de ciudadanos que viven hoy en la miseria e indigencia.
